martes, octubre 20, 2009

La caída del Imperio Romano

Que siempre me ha causado grandes interrogantes y sobre el que circulan numerosas y variadas teorías.

Claro que en primer lugar viene el probable agotamiento del propio modelo, después de tantos siglos de funcionamiento. Y se habla de la descomposición de la sociedad ahogada en la molicie, la depravación y el abandono de valores morales que, por cierto, jamás habían sido muy fuertes en la sociedad romana, por lo menos entre sus clases altas o dirigentes que, sistemáticamente, se habían abandonado al refocile y a las orgías, como recuerda hoy un intelectual especializado en el mundo romano.

También habían factores económicos, como el hecho que Roma se mantenía, gratuitamente, sobre la explotación de sus colonias y países conquistados y dominados militarmente. Fuentes económicas que se iban perdiendo a medida que bajaba la efectividad de sus ejércitos. Y también que el espíritu de rapiña del Imperio (del Imperio como tal, no de sus componentes individuales) se diluía, a medida que se incrementaba el sentimiento cristiano, cuya moral iba ganando adeptos frente a la antigua religión dominante, sin olvidar que gran parte de la economía se sostenía sobre el esclavismo, también repudiado por el cristianismo emergente.

Incluso hay quien ha relacionado la decadencia del Imperio con la degeneración físico-orgánica de sus habitantes, lentamente envenenados por metales pesados. Los romanos ya vivían entonces en edificios de pisos y muchas casas disponían de agua corriente (ventaja que se perdió ya en la Alta Edad Media y no se recuperó hasta recientemente). Pero las cañerías eran todas de plomo, metal más maleable y fácil de conformar, pero tóxico.

Pero el mismo poder militar de Roma tuvo que ver con la caída del Imperio, claro que al cabo de muchos siglos de perpetuación. Al principio y en el período de grandes conquistas, la cultura militar romana, con generales y centuriones cultos y bien instruidos, con su organización de cohortes y legiones dirigidas por bravos oficiales. Con sus ataques en formación cerrada y disciplinada frente a unos enemigos o bien inferiores en número y fuerza o bien más salvajes y rudimentarios y por ello dispersos y caóticos, arrasaban por donde pasaban.

En los enfrentamientos no con cartagineses u otros enemigos de formación similar, si no contra los bárbaros de las fronteras del Norte, el equipo de las tropas romanas era muy superior, con sus vestimentas ligeramente acorazadas y con protecciones de malla o cuero, así como con las picas o especies de lanzas o largas jabalinas de la infantería, y sus espadas, más largas, pero inspiradas en las espadas cortas o "falcatas" de los mercenarios íberos de Aníbal en las guerras púnicas.

Pero hacía el final del Imperio, los romanos se encontraron con dos "gaps" tecnológicos frente a sus enemigos, bárbaros pero totalmente agresivos y ya desprovistos de cualquier temor frente al menguante o decadente poder romano.

Por un lado, los bárbaros que atacaban desde el Este, los "hunos" de "Attila" o el Azote de Dios, que traían sus arcos recurvados, inventados en sus estepas del Asia Central de donde llegaban y que manejaban desde su monta a caballo, al galope y sin tener que desmontar.

Dichas armas, conocidas como "arcos hunos" igual que sus utilizadores, han llegado hasta nuestros días (ver foto) y son los que se usan actualmente en competiciones deportivas, simples o, muy modernamente, con poleas que proporcionan aún más potencia o permiten tensarlos con menos esfuerzo. Sus flechas perforaban la ligeras armaduras de los soldados romanos y traspasaban sus escudos. Los europeos (al igual que los indios piel-rojas de las "pelis" del Oeste), seguían utilizando los arcos de curvatura simple y mucho menos potentes. Años más tarde, los ingleses inventaron el arco largo o "long bow", como el de Robín de los Bosques y que tenía (o casi) la altura del propio arquero y se hacía a medida, lo que le daba también mayor potencia. En su día, los normandos, procedentes de Francia, invadieron las Islas Británicas y derrotaron a los sajones, en la batalla de Hastings, con su caballería pesada, los caballeros con armadura. Pero años después, los mismos británicos y con sus "long bow" que perforaban las armaduras, derrotaron a la poderosa caballería francesa en la batalla de Agincourt. Arcos "longbow" reconstruidos con los rescatados en el reflote del buque "Mary Rose", de la flota de Henry VIII, demostraron que ningún arquero actual sería capaz de tensar la cuerda de un arco largo de entonces, que requiere una tensión de 82 kilos y para cuyo manejo los arqueros medievales se entrenaban durante largos años. Mientras que un arco recurvado tiene la misma potencia con menor fuerza de tensado.

Y por otro lado, los bárbaros germanos que atacaban el Imperio desde el Norte y que ya entonces eran mejores metalúrgicos que los romanos, utilizaban espadas con hojas de acero que, al cruzarse con las espadas de bronce de los legionarios, las partían facilmente, lo que ayudaba a derrotarlos.

Posiblemente una conjunción de lo dicho más arriba así como, seguramente, otros factores aún no estudiados o no tratados por mí en este corto resumen, llevaron a la caída del Imperio Romano. Pero hizo historia.

Coronel Von Rohaut

1 comentario:

interbar dijo...

Los romanos tenán armas de hierro ya que la cultura del hierro llegó a Europa en las oleadas Hallstatt y La Téne. Etruscos, romanos,grigos de Magna Grecia y galos utilizaban el hierro.
Los germanos desarrollaron el estribo para montar a caballo, que fue rápidamente adoptado por los romanos.
No sé si Roma supo de los conocimientos de navegación de los pueblos nórdicos.