domingo, marzo 14, 2010

No es lo mismo

No, no es lo mismo Catalunya que el País Vasco y esto viene un poco a cuento de lo manifestado por mí en mi anterior "post".

Naturalmente que los vascos, si así lo pudieran (que no les dejan) decidir por mayoría, tienen todo el derecho a ser independientes ya que, como pueblo que son, con una cultura y costumbres diferenciadas y una lengua propia y distinta, reunen las condiciones para exigirlo.

Ahora bien, ellos jamás han estado ocupados por Castilla ya que su adscripción a la corona de Castilla fue libre y voluntaria, adoptada por el Señorío de Vizcaya en el lejano año de 1040 y por la provincia de Guipúzcoa en el 1200.

Y Euskal Herria jamás ha sido un estado independiente y soberano (*) ni a través de los tiempos y contrariamente a Catalunya, que sí lo fue durante más de 8 siglos. Desde el año 987 en que el Conde Borrell II, de la dinastía de Wifredo el Velloso que había sido nombrado Conde de Barcelona por el Imperio Carolingio, se negó a renovar su juramento de vasallaje al rey Hugo Capeto, de Francia, hasta el 1410 y la muerte sin descendencia del Rey Martí l'Humà (**). Y luego, bajo soberanos mas o menos compartidos con Castilla, hasta el año 1714 y la derrota final a manos del pretendiente Borbón, Felipe V, y su sumisión militar a Castilla, a España de pleno derecho a partir de entonces, y con la supresión de todos sus fueros nacionales.

Y, lo que es más importante a favor de los vascos actuales (y de sus primos, los navarros), con el respeto y permanencia de todos sus fueros y privilegios hasta el día de hoy, conservan todo el poder de recaudar y administrar sus impuestos y recursos propios, sin tener que pagar, practicamente, ni un duro a España.

¡ Así, cualquiera, nenes... !

Coronel Von Rohaut

(*) No hablo de Navarra, a pesar que en su territorio esté la cuna de los vascos.
(**) Desde el año 1164, con Alfonso II, hijo del Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y de la Reina Petronila de Aragón, los condes de Barcelona son también Reyes de Aragón, cuya Casa desaparece con el fallecimiento de Martí l'Humà y el advenimiento, como Reyes de Aragón, de la castellana Casa de Trastámara.

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