viernes, diciembre 31, 2010

Fruto de la "guerra fría"




Diseñado y operado durante los años centrales de la "guerra fría" y derivado de un programa de interceptor de alta velocidad para la US Air Force, que se canceló, el avión de reconocimiento estratégico Lockheed "SR-71" (Blackbird) representa, sin duda, la cima de la aeronáutica clásica en su persecución de las máximas prestaciones. Posteriormente, la táctica de la lucha aérea y la aparición de otras posibilidades (electrónica, etc.) derivaron la construcción de aviones de caza hacía otras capacidades.

En los años 60 del pasado siglo volaba a más de 25.000 metros de altitud (85.000 piés) y alcanzaba la velocidad de 3,2+ Mach o sea, más de 3,2 veces la velocidad del sonido a nivel del mar. En realidad, volaba a 3.500 kilómetros por hora a 24.000 metros de altitud.

El piloto vestía un mono con casco atornillado, presurizado y semejante al de los astronautas (fue adoptado, posteriormente, por los tripulantes de la lanzadera espacial).

Para este avión se diseñó un motor especial (llevaba dos), el Pratt & Whitney-J58, en realidad un híbrido de turboreactor y estatoreactor (ramjet). El turboreactor, alojado en el centro, daba el empuje necesario para despegar y volar a baja velocidad. Para la alta velocidad, se desconectaba el turboreactor y el aire, comprimido por los conos de entrada, pasaba alrededor del motor central y se quemaba solo en los postquemadores traseros. También para este motor hubo que inventar un combustible especial, que no ha vuelto a utilizarse, el JP-7, de características específicas.

Para soportar las temperaturas ocasionadas por el roce del aire a tan altas velocidades (al aterrizar al regreso de una misión, la cúpula de la carlinga estaba a 300 grados centígrados), se construyó el fuselaje casi enteramente en titanio (mayormente importado, sin declarar su uso final, de la Unión Soviética, en plena guerra fría). Un 80% del titanio suministrado a la Lockheed era desechado por contaminación metalúrgica o impurezas en el material. Para que con el calor pudiera expandirse, se dejaron unas tolerancias que ocasionaban que, con el avión parado, el combustible de los depósitos goteaba sobre la pista. Una vez despegado y acelerado para que el fuselaje se calentara y las juntas se cerraran, se procedía a rellenarlo en vuelo para que cumpliera su misión.

El fuselaje era plano para que formara parte del conjunto de sustentación, junto con las cortas alas. Esta técnica se retomó, parcialmente, en el F-16 y en otros aviones modernos.

En la foto de arriba, el interior del puesto de pilotaje, todavía en la feliz era analógica.

De los 32 construidos, 12 fueron destruidos en accidentes pero ninguno por fuego enemigo y fueron definitivamente retirados del servicio en 1998. Su trabajo ya lo hacían los satélites-espía, que se habían ido perfeccionando, y sin exponer vidas humanas.

Coronel Von Rohaut

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