viernes, diciembre 24, 2010

¿Qué hacemos los catalanes en España?



Pues estar secuestrados (*), retenidos a la fuerza, claro. ¿O si no, de qué, tío?

Todo empezó (ya en la época contemporánea, claro está) con la muerte, en la cama y sin haber sido ni juzgado ni fusilado, del último dictador de Europa Occidental, un espadón listo pero analfabeto, llamado Francisco Franco. Digno de su país.

En la llamada transición pero con la amenaza de los "poderes fácticos" (entonces, los militares no desarmados), se redactó (y aprobamos por mayoría) una Constitución Española que solo miraba por los intereses de España, como es lógico y natural, pero en la que los catalanes eramos unos convidados de piedra.

Bajo la misma amenaza o presión (o propia represión mental) se obtuvo un Estatut d'Autonomía, de mínimos y que era una mera descentralización administrativa y que quedó desvirtuado, desactivado y cercado, difuminado y diluido en un castrante "café para todos". Del que solo se libraron vascos y navarros y por una razón bien conocida (y una mierda que por unos supuestos "derechos históricos", mucho menos válidos que los más antiguos catalanes y jamás respetados).

Años después el Parlament catalán, sin ninguna fuerza como luego se verá (pero ya se sabía), votó un nuevo Estatut, que dibujaba una Catalunya libre y realmente autónoma, dentro de una España confederal. El mismo Zapatero que, mendaz como siempre lo había prometido defender, lo desnudó de toda fuerza económica y financiera, con la complicidad del Artur Mas que se bajó los pantalones por un plato de lentejas que, al final, le birlaron y yo que me alegro (por felón). Luego, el Alfonso Guerra, a los mandos de un Parlamento español, jacobino, centralista y anti-catalán ("as usual"), lo "cepilló" y lo dejó convertido en un papel mojado, sin chicha ni limoná; lo que proclamó sin la más mínima vergüenza ni pudor, tanta es su soberbia y desfachatez.

Ahora y en poco tiempo, el Tribunal Constitucional acabó de quitarle todas las migajas que quedaban, más bien simbólicas pues la Hacienda ya la habían suprimido. El Tribunal Supremo (al igual que el Constitucional, formado por juristas castellanos, nacionalistas fanáticos que están allí, como marionetas cuyos hilos mueven los políticos y los aún "poderes fácticos", para defender un estado furibundamente español y que no consiente ningún desvío ni atajo) ha rematado la faena, dejando claro que no se permite la más mínima herejía y que solo queda acatar la sentencia. Que suprime cualquier preeminencia (ni que sea en defensa propia) de la lengua catalana, ergo, de su cultura, ni en nuestra propia casa. Y el propio gobierno (y esto que dicen que este era el "amigo") sigue presentando recursos de anticonstitucionalidad a la más mínima (ahora, contra la Ley de Consultas de la Generalitat, y luego nos querrán hacer creer que vivimos en una Democracia y no se puede ni consultar libremente al pueblo, toma ya...).

Y ¡Oh boñiga suprema y excelsa!, los nuevos gobernantes regionales recién elegidos en Catalunya, dicen que no pasa nada, que son simples detalles y que los rodearemos o no les haremos caso. Como si se pudiera no hacer caso a lo que dicta el amo...

No hay más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que no quiere oir. Ni táctica política más ruin, gallinácea y perdedora, que la de esconder la cabeza bajo el ala o bajo tierra, como el avestruz ante la llegada de cualquier amenaza.

Muy bien, señor Mas. Con Vd. seguiremos años y años perdiendo, en cada colada, una sábana. Hasta la total dilución de Catalunya dentro de una España, Una, Grande y Libre (sic), y nuestra desaparición como nación singular y diferenciada. Porqué nunca lucharemos si nunca reconocemos ni enfrentamos el desafío.

Como decía Luigi Pirandello "Así es (si así os parece)".

Coronel Von Rohaut

(*) Y muchos, lógica y consecuentemente y después de siglos, con el "Síndrome de Estocolmo". Casi nunca reconocido o aceptado, tal como ya explican los protocolos de esta enfermedad mental o trastorno psicológico; en este caso, colectivo.

2 comentarios:

interbar dijo...

Franco murió en la cama porque no tuvo una oposición digna de tal nombre salvo tal vez el PCE.
La transición trajo este régimen realizada por nosotros sin intervención, como en el resto de Europa , del ejercito USA.
La Constitución fue votada por los catalanes y es la más descentralizadora de Europa incluso más que la alemana. El café para todos no fue castrense lo dijo Abril Martorell.
El nuevo Estatuto no es confederal ya que no existen en el mundo estados confederales tampoco Suiza que es, pese a su nombre, federal.
En cuanto a los juristas castellanos ¿ se refiere usted a Estevil que fue miembro del CSPJ o a Pedrol Rius presidente muchos años del Consejo General de la Abogacía?
Mi coronel Cataluña es como es no como queremos que sea.

Coronel Von Rohaut dijo...

El café para todos, si no voy errado, cosa que no descarto, no lo dijo el valenciano Abril Martorell, que lo aprovechó, si no que lo inventó el andaluz Manuel Clavero Arévalo.
Claro que no es confederal; ni nada. Es una mierda. Pero tal como salió del Parlament si que constituia una relación confederal de Catalunya con España.
Me refiero, y tengo referencias directas de muchos, a los bastardos que reinterpretan, de forma conspirativamente reductora y recuperadora de transferencias, las leyes que consensuamos y que ya no eran nada del otro mundo.
Catalunya no es como es, si no solo como nos dejan que sea y cada día menos.