jueves, enero 06, 2011

¿Pero, por qué vinieron?




Ya lo he dejado escrito muchas veces pero no me importa repetirlo. Siento un cariño especial por todos aquellos desafortunados, desheredados de la tierra que, en los años 50/60 y expulsados de sus regiones sureñas (*) por unas estructuras arcaicas, con toda la tierra en poder de una oligarquía señoritil, vaga y aristocrática, llegaron Catalunya en oleadas, familias enteras, en busca de un mejor horizonte y que aquí encontraron.

Trabajaron como unos chinos e hicieron horas extras a punta pala. Se situaron y, algunos, se enriquecieron, de lo que me alegro; se lo ganaron ya que nadie les regaló nada y sufrieron muchos desprecios.

Pero me repatean los huevos, me producen arcadas, aquellos que nos echan en cara, a los catalanes indígenas, que Catalunya es rica gracias a ellos y a su trabajo. Cuando la verdad es que ellos llegaron, y por esto vinieron, a una tierra que ya tenía unas estructuras industriales y productivas, una cultura del trabajo y la industria, desde hacía muchísimos años. Inmersa plenamente, desde mediados del siglo XIX, en el sector secundario de la economía, mientras que sus pobres tierras (**) de origen, por culpa de sus élites economicas y politicas, estaban casi al 100% todavía en el sector primario (agricultura y extracción). Y por esto les pudimos acoger. Algunos, agradecidos, lo respetan y otros, pobres diablos incultos o equivocados, rehusan integrarse.

Viene a cuento lo anterior porqué paso por una radio y un oyente, mayor por su voz y andaluz por su deje, estaba soltando aquello tan estúpido de: "Badalona es grande gracias a los inmigrantes".

Pues mecagüen Diez, gilipollas. ¿Por qué no os quedabais en Cuenca y hubierais hecho grande a Cuenca, en lugar de hacer grande a Catalunya, que tanta rabia os da?

Coronel Von Rohaut

(*) Hago omisión del interés político centralista castellano, confesado, de ahogar la personalidad catalana con la demografía invasiva de la inmigración castellanoparlante.
(**) Pobres en un contexto moderno de la sociedad, por la desidia de sus dirigentes. Ya que en el siglo XVIII Andalucía era la región más rica de España.

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