domingo, abril 17, 2011

Yo no tengo ninguna mascota

Como no soy un equipo de rugby ni de cualquier otro deporte de equipo (animal disfrazado), ni soy unos Juegos Olímpicos (animal dibujado) ni una compañía de la Legión (animal desfilando, carnero, jabalí o cabra según épocas), ni tampoco quiero ningún animal en concepto de talismán o de buena suerte, yo no tengo ninguna mascota, ningún símbolo.

Yo tengo un perro; más exactamente, una hembra de raza "pointer", perdiguera y de fino olfato pero que como yo ya no cazo, es un animal de compañía y que se considera a si misma y yo la creo, un componente más de la familia y, además, con bastantes prerrogativas:
  1. Tanto el sofá como mi sillón particular, el colchón que tiene en el suelo del comedor, la cama de mi hijo y un sillón de la habitación de mi hijo, forman parte de "su" mobiliario. Que utiliza a su elección y de forma rotatoria; y de los que nos echa educadamente o pide sitio si los usamos nosotros cuando ella los desea para dormir, hacer la siesta o, simplemente, tumbarse panza arriba y relajarse.
  2. A la hora en que la acostumbramos pero que se ha apropiado, y con precisión de minutos (a las 2 menos cuarto y a las 20 menos cuarto), reclama su ración de pienso. Pero al poco rato, si no nos ponemos a comer nosotros, de lo que ya sabe que algo le tocará, gime y revolotea nerviosa. Si hacemos pasta o paella, ya calculamos una ración de más para ella, que se zampa sin por ello haber renunciado previamente a su pienso. Y cada mañana y ella ya lo espera, le traigo algún pequeño "croissant" que le compro, para ella, en la panadería.
  3. Pide salir a pasear cuando lo decide (o si a mi se me ha pasado la hora habitual) así como me trae la cuerda para jugar cuando le viene en ganas que, generalmente pero no siempre, es a horas o a momentos convenidos, por ejemplo, cuando regresamos del paseo de mediodía.
  4. Está reluciente y gorda. Pero a su edad no la quiero privar de su mayor placer, que es comer. Y vivir en manada, siempre lo mas cerca posible de nosotros; si bien de vez en cuando se retira un ratito a la habitación de mi hijo, al otro extremo del piso, no sé si para meditar o descansar de nuestra presencia.
  5. Como que si, con una galleta o algo de comida en la mano, le doy instrucciones, las cumple a rajatabla, rápida y firmes como un "marine" señor, sí señor!), sé perfectamente que entiende casi todo lo que se le dice. Por ello, si cuando le ordeno que venga o se vaya, suba o baje, entre o salga, se siente, se levante o se eche, etc., si no obedece estoy contento pues sé que no es que no lo entienda si no que está actuando bajo su libre albedrío y hace lo que le da la real gana que, generalmente, es obedecerme contenta de hacerlo. Quien diga que los perros no tienen inteligencia, es que es un imbécil; no son solo reflejos condicionados, impulsos instintivos y genéticos o respuestas hormonales (que sí y principalmente). Estoy seguro que también sufren, piensan y escogen. Como cuando, teniendo el cazo lleno de agua, de vez en cuando me llama con ladridos medidos y comprensibles, para que le abra el grifo y beber a chorro, que le encanta.
  6. A cambio, nunca nadie me ha recibido con la alegría con que lo hace ella, aúnque haga solo un instante que me he ido, y aúnque no le traiga nada a mi regreso.
  7. Como anteriormente ya he recordado aquí mismo otras veces, estoy de acuerdo con el escritor inglés Somerset Maugham cuando dijo "Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro".

¡ Guau, guau !

Coronel Von Roahut

No hay comentarios: