jueves, junio 09, 2011

Los putos inmigrantes

Aquí muchos progres y buenistas, los gilipollas de siempre incluidos ahora algunos intelectuales de derechas y algunos políticos de CIU pero que ellos deben vivir en alguna zona elegante de su población y no, como un conocido mío, en un barrio obrero de Badalona lleno y rodeado de chatarreros y camellos, chorizos y gitanos rumanos y demás ralea, maldicen a la misma CIU si favorece que el García Albiol se alce con la alcaldia de Badalona.

Si lo impiden, despues de ser la lista más votada, CIU será odiada por la mayoría de dichos habitantes de Badalona, por ejemplo, y no creo que sea una buena política de cara al futuro; porqué el problema hay que vivirlo y no meter la cabeza bajo el ala.

Reproduzco aquí una dclaración del primer Ministro francés, que no he contratastado ni he comprobado si es reciente ya que no sé cuando fue "la semana pasada"; pero de ser cierta y no lo dudo, yo la suscribo totalmente. Pues sí, los inmigrantes, mejor en su puto país y allí que hagan y vivan como quieran.

Coronel Von Rohaut

El primer ministro francès, François Fillon, dijo la semana pasada:

"Los inmigrantes no franceses deben adaptarse (...) estoy cansado de que esta nación se preocupe por saber si ofendemos a determinados individuos o a su cultura. Nuestra cultura se ha desarrollado en luchas convertidas en victorias por millones de hombres y mujeres en busca de la libertad. Nuestra lengua oficial es el francés (...) En consecuencia, si ustedes desean formar parte de nuestra sociedad, ¡aprendan la lengua! La mayoría de los franceses creen en Dios. No se trata de una obligación cristiana, de la influencia de la derecha ni de presión política, pero es un hecho, porque hombres y mujeres fundaron esta nación sobre principios cristianos, y esto se enseña oficialmente. Es perfectamente adecuado difundirlo en los muros de nuestras escuelas... Si Dios les ofende, les sugiero que consideren otra parte del mundo como país de acogida, porque Dios forma parte de nuestra cultura. Nosotros aceptamos sus creencias sin cuestionarlas. Lo único que les pedimos es que acepten las nuestras y que vivan en pacífica armonía con nosotros. Éste es nuestro país, nuestra tierra y nuestro estilo de vida. Y les ofrecemos la oportunidad de aprovechar todo ello. Pero si están cansados de nuestra bandera, de nuestro compromiso, de nuestras creencias cristianas o de nuestro estilo de vida, les recomiendo calurosamente que aprovechen otra gran libertad francesa: el derecho a marcharse. Si no son felices aquí, que se marchen. No les hemos obligado a venir. Han pedido estar aquí. Acepten, pues, el país que han elegido."

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