jueves, febrero 28, 2013

Que no me esperen...

Ni loco de atar, ni lleno de alcohol hasta el culo o fumado y con el cerebro reblandecido, que no me esperen para ver el film "Amor", que ha obtenido el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

No me importa que pueda ser un muy buen film ni que sus interpretes, el Jean Louis Trintignant y la Emmanuelle Riva (*), estén extraordinarios; me da igual.

Ya tengo bastante con la mala leche que me causa mi propio envejecimiento y paulatina pérdida de capacidades físicas, constreñimientos que limitan mi plena libertad de acción. La rabia, una gran, cósmica e inmensa rabia producida por el inevitable paso de los años y constatar que ya no eres lo que eras, ni puedes hacer lo que harías, ni te queda tiempo para rectificar lo que hiciste, como para ir a ver un drama en el que la vejez destroza, por más que se amen, los últimos días de una pareja.

Algunos dicen que hay que saber extraer lo que de bueno tiene la vejez (sabiduría, paz espiritual, experiencia, etc.) y disfrutarlo al máximo. Pero ello no compensa, ni de lejos, lo que tiene de malo. Y sí, es muy romántico aquello de "envejecer juntos", que yo no he podido disfrutar (y nunca me he lamentado si no que siempre he dicho que la mayor desgracia no la tuve yo, por quedarme solo y que también, si no que la tuvo ella, mi esposa, la Pili, por no haber podido ver crecer a su nieta, por la que tenía una locura). Pero lo viví de cerca en mis tíos, así como en algún matrimonio amigo y, de verdad, que es muy bonito.

Pero cuando el "envejecer juntos" es, como en esta película y en tantísimos casos de la vida real, en un contexto de enfermedad, que requiere unos cuidados constantes y esclavizantes por parte de alguno, y ya no digamos cuando uno de los dos sufre el temible alzheimer y ya ni reconoce a quien le ama y le cuida hasta la extenuación, pues más vale irte a la mierda, que quieres que te diga...

... que la vida es esto.

Coronel Von Rohaut

(*) A la Emmanuelle Riva la recuerdo en "Hiroshima mon amour", un film de Alain Resnais y sobre un guión de Marguerite Duras; una de las creadoras del "Nouveau Roman", junto con Alain Robbe-Grillet, el autor de otro film de Resnais, "El año pasado en Marienbad". De joven y supongo que por puro snobismo intelectual, ambas películas e incluso los textos que leí, me encandilaron. Luego y con la edad, llegué a la conclusión que eran una chorrada en la que no se entendía nada, ni nada pasaba a lo largo de unas larguísimas, silentes y aburridas secuencias, que son las que daban un impostado aire de "qualité".
Como nada entendí y en absoluto puedo decir que me gustase, y que Dios me perdone, la obra cumbre de James Joyce, el "Ulysses" (quizás si hubiera tenido los cojones de leerla en su inglés original quizás hubiera paladeado su uso revolucionario de la lengua, pero ni así). Y estoy dispuesto a confesar que el problema quizás radica en mi limitada erudición o cortas entendederas, y que no doy para más.
Y porqué al contrario que una pintura que es suficiente que cause una impresión, así como una escultura o una puesta de sol, un libro o una película han de entenderse, han de tener un sentido. ¿Si no, pá qué?

1 comentario:

Jorge Ramiro dijo...

Me interesa ver las historias que llegan al cine. Disfruto de ir a ver distintas películas cada semana. Cuando opto por quedarme en casa suelo pedir comida al delivery barrio norte y ver una peli en la tele