martes, marzo 04, 2014

¿Por qué me molesta que me tomen por tonto?

Estoy viendo un anuncio de un producto que contiene cereales y me alaban el que estos conserven toda o parte de su cáscara. Y terminan  diciendo "que está riquísimo...."

Pues va a ser que no. Ya que de lo contrario no entendería que alguien, en épocas remotas, se hubiera tomado la molestia de eliminar el salvado o cascarilla de los granos de la  harina de trigo, para que el pan, sin ir más lejos, resultase mucho más sabroso y agradable al comerlo.
Yo tenía unos parientes que, en el pueblo, tenían una panadería (un "forn" en catalán, u horno). Y de pequeño iba a ver como se hacía el pan nuestro de cada día. La harina ya venía molida del molino del pueblo y, en parte, con su salvado eliminado. Pero siempre quedaba una cantidad bastante notable mezclada con la harina. Mi pariente pasaba la harina, sacada del saco, por un cedazo (sedás, en catalán), y diversas veces con un cedazo cada vez más fino, según el grado de blancura que quisiera alcanzar; cuanto más trabajo, más blancura y pan más caro y de mayor calidad (*). Una vez la harina ya quedaba blanca y refinada, le añadía el agua, la sal y la levadura, y lo amasaba todo (a máquina y bastante rato) antes de dejarla reposar varias horas (casi toda la noche) para que fermentara, antes de dar forma a los panes y hornearlos (con el horno calentado con madera de pino).
Luego la ciencia y la dieta moderna nos concienció que en el salvado se encontraba la mayor parte de la fibra vegetal, muy necesaria para dar volumen a nuestras deposiciones, dar fluidez a nuestra tracto intestinal y evitar muchos males del sistema digestivo (incluido el cáncer de colon y no solo la obesidad), y que, a su vez, contenía ciertos nutrientes buenos para nuestra correcta alimentación.
Vale. Pero el pan integral y los alimentos con fibra son una mierda para nuestro paladar (aún que ya nos hayamos acostumbrado, por machacona repetición). Que me los anuncien con sus ventajas salutíferas pero que no me hagan comulgar con ruedas de molino diciéndome que "está riquísimo".
¡Riquísimo el jamón de Jabugo, pero esta ya es otra historia...!

Coronel Von Rohaut

(*) El salvado o desperdicio que así recogía en sus cedazos (en catalán, el "segó" o "segonet", cascarilla) lo aprovechaba para, amasado con agua, alimentar y engordar unos cerdos que en su día sacrificaba para el consumo familiar, sin ningún coste añadido; era la economía "de pueblo". Y las "butifarras" así obtenidas, y las chuletas conservadas por el método del confitado (conservadas, en un tarro bien cerrado, con la grasa de su pre-cocinado y un añadido de manteca de cerdo que las cubriera y aislara del aire, eran un auténtico "bocatto di cardinale".
Y al colesterol que le den pol culo...
¡Ah! y este pan blanco, pero de payés y así obtenido, nunca era tan blanco como el artificialmente blanqueado de la panadería industrial...

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