sábado, junio 25, 2016

El BREXIT y la madre que lo parió

Quizás haya extrañado que haya tocado poco y solo de refilón este tema tan importante.

Pero es que la semana del Brexit me ha pillado en cama y con los pantalones bajados por culpa de mis trastornos intestinales.  Claro que hace siglos que lo de los ingleses es para cagarse...

Nunca han formado parte de Europa (*). Winston Churchill era un gran europeísta y de los primeros en reclamar unos Estados Unidos de Europa, pero Churchill era un ser excepcional más que inglés.

Forzaron su entrada en la Unión Europea pero tuvieron que esperar que De Gaulle muriese ya que les estuvo, él que les conocía bién, vetando siempre; consideraba que querían entrar para dinamitarla desde dentro como un caballo de Troya.

Entraron pero solo para aprovecharse de lo que les interesaba y sin renunciar a su soberanía ni a su moneda y protegiendo la "City", uno de los principales centros financieros del mundo y cuartel general de todos lo "paraísos fiscales" que en el mundo son. Ni unión política ni hostias...

Y ahora yo me niego a compartir el alarmismo de los que se rasgan las vestiduras por su salida: NO VA A PASAR NADA.

Suiza y Noruega no forman parte de la UE ni, antes, del Mercado Común y yo he estado años entrando y saliendo, en coche, de Suiza, sin controles ni de policía ni de aduanas. Y las mercancías de Noruega (y los noruegos) circulan libremente por Europa (y viceversa) sin aranceles ni cortapisas ni hostias en vinagre.

Es como cuando los Margallos y demás gilipollas hispanos nos amenazan a los catalanes que, si nos independizamos de España, nos echarán de Europa y vagaremos por el espacio, sin destino. ¡Anda ya e iros a la mierda, putos políticos castellanos...!

Coronel Von Rohaut

(*) Solo hay que ver lo pesimamente mal que llegan a comer los británicos medios, el pueblo llano en sus putas casas; de verdadera pena.
De la cocina inglesa solo se salvan los "steaks" y el delicioso "Roast beef" que, para mi, es una de las mejores carnes que se pueden comer. Pero es que no tienen nada más...
Y en Londres se puede comer bien gracias a los infinitos restaurantes extranjeros que hay, desde argentinos hasta chinos. Cuando estuve con mi esposa, donde mejor comimos fue en un restaurante griego y en uno de húngaro...
Y salvo los desayunos típicos ingleses, claro...

(PS) En la imagen, los blancos acantilados de Dover que dan entrada a "la pérfida Albión"

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