miércoles, abril 26, 2017

El "melting pot" catalán o Catalunya país de acogida de charnegos e inmigrantes

Entre los intelectuales catalanes y hasta catalanistas e independentistas, está de moda presumir de tener ancestros andaluces, "¿quién no tiene un abuelo de Almeria?", decía hace poco un escritor notable y que me parece bién y hasta loable.

Bueno, pues yo no lo tengo. Mis abuelos maternos eran valencianos...

Ya en el siglo XIV se produjo en Catalunya, tierra casi vacía de habitantes por motivo de las pestes, una fuerte llegada de franceses (posiblemente los primeros "xarnegos"), especialmente occitanos (primos nuestros) y gascones, inmigración francesa que se reactivó en los siglos XVI y XVII. Y a finales del siglo XIX, algunos franceses oriundos del Rossellò y el Vallespir, tierras catalanas irredentas que un rey español le regaló a Francia...

Luego hubo unos años de estabilidad europea hasta que a finales del siglo XIX, se produjo una llegada, en busca de mejores condiciones laborales y para aprovechar el crecimiento economico de la Catalunya de la 2ª Revolución Industrial, faltada de mano de obra, especialmente de peones de la construcción ya que los catalanes emigrados del campo se habían colocado en las industrias de las ciudades, de gentes de Valencia y Aragón.

Los hijos de estos valencianos y aragoneses llegados a raíz de la Exposición Universal de Barcelona de 1.888 y la construcción de los primeros pantanos, (mi madre, mis tías, mi suegra, ya nacidas en Catalunya), se adaptaron rapidamente y ya eran más catalanes y hasta catalanistas fanáticos ("de la ceba") que "la butifarra amb mongetes".

Luego, alrededor del año 1.929 y para trabajar en las obras de la remodelación ciudadana de Barcelona con motivo de la Exposición Internacional de aquel año, llegaron los murcianos, que ya costó un poco mas de integrar pero, si no se consiguió con ellos, si se hizo con sus hijos o segunda generación.
Pero terminada la guerra, en los años 40 y primeros 50, se produjo un fenómeno en el que se juntaron varias fuerzas:
  1. La miseria y precariedad de ciertas zonas de España, sin industria ni agricultura intensiva por la posesión de las tierras por parte de aristócratas y grandes terratenientes que explotaban (aún explotan) el territorio de forma extensiva y sin crear puestos de trabajo para su pueblo, que había crecido mucho gracias a la bonanza económica, en Andalucía, de siglos anteriores (XVII y XVIII).
  2. Otra vez la necesidad de mano de obra barata por parte de la industria y la construcción de Catalunya.
  3. Y el deseo, explicitado por los lideres franquistas, de facilitar la llegada de gentes procedentes de Andalucía para diluir la población catalana entre una importante masa (ampliada por propinas de manchegos y extremeños) de castellanoparlantes que fácilmente caerían en el "lerrouxismo" surgido años antes entre la población inmigrada catalana.
A los que, efectivamente, costó integrar (y todavía hoy no se ha conseguido del todo con sus hijos y nietos) al haberlos recluido en "guetos" de ciertos barrios periféricos (Verdún, Trinitat, Nou Barris, barracas de Montjuic, Sagrera y Poble Nou) y poblaciones como Santa Coloma, Badalona, San Adrián, Montcada, etc., y especialmente del Baix Llobregat (Hospitalet, Cornellá, etc)  en los que eran mayoría, por lo que no precisaban ni aprender el catalán ni integrarse, para sobrevivir (al contrario que lo que ocurría con los andaluces que emigraron a Alemania, donde o aprendían la lengua del país o no comían).
Y la ultima y, de lejos, la peor de todas las inmigraciones sufridas por Catalunya a lo largo de los años, la musulmana actual y ya desde hace dos o tres décadas, de cuyas gentes nos separa no solo la lengua, cultura y civilización, si no la religion y los valores y modo de vida.

Coronel Von Rohaut
(PS) Sin hablar de la invasión y ocupación, no ya inmigración si no por la fuerza de las armas, desde el siglo XV y bajo Felipe IV y el Conde Duque de Olivares, que ocupó con funcionarios castellanoparlantes todos los puestos de la Administración en Catalunya. Obra culturalmente genocida que siguió y culminó el primer Borbón, Felipe V, y su ley de "Nueva Planta", destinada a borrar a Catalunya del mapa de las Naciones.

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