miércoles, agosto 30, 2017

Quizás sí que nos vamos civilizando y dejándonos de hostias en vinagre...

El Presidente Puigdemont, en unas recientes declaraciones, manifiesta que la República Catalana ha de poder disponer de un ejército (y no solo de una policía), igual que los países de nuestro entorno, y para poderse defender; y tal como yo vengo insistiendo desde hace muchos años,

Esto ya es distinto de lo que los catalanes "progres", soplagaitas y "torrecollons", y que se la cogen con papel de fumar, vienen predicando hasta ahora.
Y para que así no fuera, los "cupaires" (*) tendrían que ganar las elecciones que se celebren después del referéndum y ya en un país independiente y soberano, y no parece probable ni deseable, y a Dios sean dadas todas las gracias.

Coronel Von Rohaut

(*) Conjunto de buenas gentes (especialmente los más moderados que ya han dimitido), a veces divertidos y hasta llenos de razón en muchos asuntos sociales, pero a los que les domina su ideología antigua,  perversa por doctrinaria, y equivocada. Son unos utópicos  "protoanarquistas" ("Ni Dios, ni Patria, ni Rey o sea, ni Gobierno"), doctrina totalmente utópica, que jamás ha triunfado en ningún país y que haría a los estados totalmente ingobernables, inviables y, al final, a sus gentes infelices.
Porqué no es cierto que, mayoritariamente, el hombre sea bueno por naturaleza (cómo predicaba Jean-Jacques Rousseau) y siempre habría una gran minoría dispuesta a aprovecharse del bién común.
Yo siento una gran simpatía intelectual por la filosofía y las ideas doctrinarias de Pierre-Joseph Proudhon, de Fourier, de Pi i Margall en Catalunya, y de Mikhail Bakunin (en la imagen y que he leído), y que hunden sus raíces en Jesús de Nazaret y en Santo Tomás Moro. Y si nos remontamos a la antigua Grecia, el libertarismo de Zenón de Citio se oponía al estatismo de la utopía de Platón. Y en el siglo XVI, Rabelais describía una sociedad libre, sin leyes ni gobierno, ni religión, pero era en una novela...
Pero no es lo mismo sentir simpatía intelectual que aceptar que sea viable. Es una utopía totalmente castrante, imposible de llevar a la práctica, y que aboca a los excesos o lleva a la frustración.
Y el marxismo quiso corregir los defectos del anarquismo, y cayó en la dictadura del leninismo-stalinismo...

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