jueves, febrero 15, 2018

Un ejemplo que vale más que mil palabras...

El día 1 de octubre el alcalde de un pequeño, muy pequeño pueblo catalán del interior (Callús, en el Bages) fue a hablar, negociar, con la Guardia Civil, para pedirles que no actuaran con violencia contra las personas que, pacíficamente y en orden, iban a votar (*).

Y el primer agredido (debidamente aporreado sobre la marcha y mirándole a los ojos) fue él. La imagen superior es de Girona (de Callús no tengo), del mismo día, que las hostias castellanas fueron debida y proporcionalmente repartidas, sin privilegios ni preferencias, por toda la geografía catalana.

Y ahora éste alcalde es citado a declarar ante los tribunales por un delito de "desobediencia".

¿O no lo sabías que, obedecer, en la España castellana y si eres catalán, desgraciado, quiere decir dejarse pegar y aporrear, sin rechistar, que si te quejas puedes ser denunciado por un "delito de odio". De odio perverso hacía los que tan cariñosamente te zurran (para ablandarte, no vayas a pensar mal, desagradecido, y que lo hacen por tu bién...).

Coronel Von Rohaut

(*) Ahora mismo veo y oigo por la tele a un tertuliano, que debe de ser un auténtico hijo de puta, mastuerzo y mal nacido, afirmar, sin que se le escape la risa sardónica, que no es cierto que la policía española fuera a pegar a los que iban a votar. ¿Entonces lo que yo ví con mis ojos de mirar, que fué?
¡No es posible que, ni por ser catalán, me tomen tanto por un auténtico idiota o subnormal de baba...!

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