Después de uno de los mas secos inviernos de los que se tenga noticia, estos ultimos días, entrado ya abril, ha llovido de forma moderada y fina, pero constante, sobre la ciudad de Barcelona.
Cuando yo era joven, hace ya muchos, demasiados años, siempre que hacía un tiempo parecido, días grises de llovizna persistente, me enfundaba una gabardina, pequeño homenaje a Humphrey Bogart y al "cinéma noir" y paseando, solitario, me iba a deambular por el "Poble Nou", entre sus antiguas, ya entonces, fábricas de ladrillo rojo, más bien negruzco por el paso de los años y me imaginaba estar paseando por la vieja Manchester.
Otras veces, si disponía de mas tiempo libre, por ejemplo en domingo, cogía el tranvía y dirigía mis pasos hasta el "Cementiri de Montjuic", en la zona antigua cerca de la entrada principal y caminaba, ensimismado, entre las tumbas escultoricas, panteones señoriales y altos y estilizados cipreses que se alzaban hacía las nubes humedas.
Ya sé que Montjuic no es ni el "Cimitero Monumentale di Milano", verdadero museo de esculturas al aire libre, cuya visita me recomendaron en mi primer viaje a Milán, ni el "Père Lachaise" de Paris, impresionante con sus decenas de tumbas de personajes famosos de medio mundo, tanto de la politica y la ciencia cómo del teatro y el cine, la literatura, la pintura y demás artes, ni tan siquiera el mucho mas pequeño pero delicioso y poblado también de figuras ilustres, de "Montmartre".
Pero es lo que tenemos.
Y en según que circunstancias, vagabundear entre tumbas por un cementerio de Europa, gris y lluvioso, mientras haces un poco de introspección, puede ser mucho mas beneficioso para el espíritu que una clase de yoga o de meditación dirigida por cualquier charlatán hinduista. Es lo que hacía un famoso militar que, de vez en cuando, iba a meditar sobre la tumba del poeta irlandés "W.B.Yeats", en Drumcliff y en cuya lápida dice:
"Cast a cold eye
On life, on death
Horseman, pass by !"
Ya vale...
Coronel Von Rohaut
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