Vaya por delante que, si bien las prohibiría ahora mismo y ya, por la salvajada que representan las corridas de toros y la tortura infame de un pobre animal, indefenso y condenado a muerte de antemano, para solaz y divertimiento de unos cuantos insensibles, cómo ya he comentado muchas veces, a mi me gustan.
En una dehesa del campo salmantino, he estado a muy poca distancia de toros de lidia (desde el otro lado de una valla, eh!) y he podido ver de cerca el tremendo poderío de la musculatura de su cuello y lo escalofriantes de sus largos y afinados cuernos. Está claro que para ponerse delante de un toro, en una plaza, hay que tener un par de cojones y yo no lo haría ni lleno de vino hasta el culo...
Acabo de ver, por la tele, la cogida de un tal Ortega Cano, al que el toro, en uno de los pases, le dado una tremenda cornada en el pecho, propinándole un gran golpe pero, extrañamente, ni le ha agujereado la camisa.
La cámara ha enfocado un primerísimo plano del cuerno, totalmente redondeado. La manipulación o afeitado de los cuernos de los toros de lidia, operación que se efectúa poco antes de la corrida, no solo elimina las puntas y el riesgo que comportan, si no que, al acortar el largo total del propio cuerno, el toro pierde totalmente el sentido instintivo de la distancia y al intentar dar una cornada contra un objeto o una persona, la da al aire y no llega, con lo que las cogidas no sólo son menos peligrosas (un cierto riesgo siempre existe, pues un toro tiene mucha fuerza) si no que son mas difíciles para el toro.
Entonces, cuando un torero se enfrenta, cobrando un "pastón", a un toro invalidado y disminuido, qué es: ¿sólo un fraude de ley, una estafa al público pagano?, o un acto de suprema cobardía por parte del "maestro", una mariconada...
Coronel Von Rohaut
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