Nunca diré que la dieta mediterránea (verduras, frutas, pescado, aceite de oliva) no sea buena para la salud pero me hace verdadera gracia cuando sus propagandistas proclaman que era la dieta habitual de nuestro país, hasta que llegaron las mantequillas y cremas de leche francesas, las carnes de vacuno y la comida rápida americana, compuesta de féculas y grasas animales hidrogenadas, aceites vegetales baratos como el de palma, etc., etc., lo que es evidente que no es nada saludable.
Ahora bien, está claro que en las poblaciones costeras de Catalunya, incluidas Barcelona, Tarragona y también Girona, se comía pescado. Cuando yo era pequeño, mi abuela, para cenar, cada día me ponía merluza o pelayas (creo que en castellano se llaman acedías). Pero ello no era así en las poblaciones del interior o sea, en la inmensa mayor parte del país. En el pueblo donde pasaba todos los veranos, que no estaba a más de 70 kilómetros de Barcelona-ciudad, no había pescado; es así de sencillo.
Bueno, sí. Había una pescadería que, un día a la semana y por tren, recibía unas cuantas cajas de pescado que venía de Barcelona. Su llegada la anunciaba, por las esquinas del pueblo, el alguacil, después de un largo toque de corneta. Obviamente, si bien el trayecto era corto, duraba varias horas y el hielo de las cajas llegaba totalmente fundido. Sólo con pasar por delante de la pescadería ya hacía un mal olor que tumbaba (exactamente y no debe ser casualidad, como el pescatero de las historietas de "Astérix").
La gente del pueblo, los payeses, que cómo algunos eran familiares los íbamos a visitar muchas noches y veía lo que cenaban, si comían pescado era un arenque de salazón (una "arengada"), encima de la verdura. Bacalao salado sólo se lo vi comer al rico del pueblo, que lo iba a buscar a Barcelona. Verdura y fruta sí comían; y ensaladas y tomates aliñados con aceite de oliva, todo del huerto pero claro, no todo el año si no en temporada, cuando tocaba. Cuando no había verdura, legumbres: alubias y garbanzos. Para desayunar, casi cada día, un plato de sopa de ajo o sea, una sopa de pan hervido. Y en el almuerzo y la cena, verdura o patatas hervidas, con el arenque o, casi siempre, un trozo de tocino (un "tall de cansalada"). Huevo frito o tortilla (huevo, no huevos, del gallinero) y de vez en cuando, también de la matanza, salchichas, costillas o lomo de cerdo, conservados cocidos en su grasa, el "confitat", de sabor delicioso pero colesterol puro.
Y a media mañana y a media tarde, en el campo, la "beguda" o sea, un tentempié o una merienda, que llevaban en el "sarró". Trago de vino, conservado en fresco en el "porró espartat" o porrón recubierto con una funda de esparto que, al meterlo bajo una fuente o en un riachuelo y mojarlo, mantenía su frescor. Y un trozo de pan con "espetec" o "llangoniça" (salchichón).
¡ Toma dieta mediterránea !
Coronel Von Rohaut
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