Parece ser que en nuestro civilizado, culto y relativamente rico y avanzado país, cada día mas se producen embarazos de niñas de menos de 15 años, de las que una gran proporción, abortan.
También parece ser que de nada sirve la escasa, posiblemente mal enfocada y en todo caso inefectiva, educación sexual impartida en las escuelas. Ni la promocionada, posiblemente insuficiente y en todo caso mal aceptada, distribución de preservativos. Ni la total y posiblemente excesiva libertad con la que se habla de todo lo referente al sexo, por lo que no debería existir la poca o mala información que, al parecer, plana sobre este tema.
Ante esta proliferación de embarazos prematuros e indeseados, de exhibicionismo homosexual, gay y lésbico. De promiscuidad y de relativización moral de todo el tema sexual, de que todo está permitido y ¡Viva la Vírgen!, quizás era mas efectivo y me refiero desde el punto de vista de higiene social, cuando todo esto era "pecado".
¡Por Dios! que no soy ningún carca ni deseo retroceder en el tiempo y la historia ni volver a los "tabús" religiosos ni culturales.
Pero está claro que la sociedad falla en la educación de su juventud que, en muchos casos, crece sin valores morales ni cívicos, sin límites claros de lo que está bien y lo que está mal. Sin disciplina, sentido de la autoridad, espíritu de sacrificio ni cultura del esfuerzo y trabajo.
Los hijos crecían, no hace muchos años, en el seno de familias complejas y estructuradas, con padres, hijos, abuelos y algunas veces, tíos. Que todos aportaban su conocimiento, experiencia y ejemplo a la educación integral de los niños, que no consiste sólo en aprender a leer y escribir, sino que comporta aprendizaje de reglas y normas de urbanidad, modos y de convivencia social. Con las madres, sacrificadas, en el rol de ama de casa y cuidadora y educadora de los hijos.
A principios de los años 60 y con la invención de los anticonceptivos cómodos y eficientes, las chicas, especialmente en los "campus" de las universidades americanas, iniciaron su revolución y liberación sexual a la que, indudablemente, tenían derecho, puesto que los hombres ya disfrutaban de ella desde siempre.
Luego irrumpieron en el mercado laboral y era justo que tuvieran el mismo derecho que los hombres a su autonomía económica. Y a salir de casa y de la cocina. Y a airearse. Y a tener romances, aventuras y experiencias sexuales. Y que los matrimonios dejaran de ser uniones duraderas.
Pero todo esto trastocó los roles establecidos y que durante siglos habían conformado una de las bases o pilares en los que se sustentaba la sociedad: el núcleo familiar estable.
Las familias desestructuradas, rotas, reconstruidas o monoparentales y con sus componentes reacios al sacrificio que representa la disciplina de la educación o formación de los hijos, han delegado toda esta responsabilidad en la escuela. Pero la escuela no está preparada para cubrir todas las facetas y hay fundamentos educativos que sólo puede dar el seno familiar.
Al principio de la colonización judía de Palestina, lo que daría paso al estado de Israel, los colonos "askenazis", procedentes de centro-europa e imbuidos de una cierta filosofía socialista, crearon el sistema de los "kibutzim". En ellos, la familia pasaba a ser el grupo, la tribu. Los padres, equiparados los sexos, trabajaban indistintamente y la educación de los hijos se trasladaba al conjunto social.
Se trabajaba bien y además de una formación cultural y científica, se inculcaban valores cívicos. Guiados por profesores y monitores entregados, los niños vivían y estudiaban en grupo, salían al campo y hacían vida al aire libre, con un cierto estilo "boy scout". Jamás se les veía desaseados, ni usaban malos modos ni ponían los pies sobre los asientos de los transportes públicos, práctica tan habitual hoy en nuestras ciudades.
Pero la escuela del "kibutz", imbuida de éste espíritu pionero y asentada en un medio rural y a pesar del estado de guerra permanente, parecido a una cierta "arcadia", no puede ser trasladada a nuestras ciudades y entornos urbanos y menos a los masificados barrios periféricos, "banlieues" y demás zonas conflictivas.
Se ha suplantado la familia patriarcal, se ha modificado la escuela tradicional, posiblemente obsoleta y anticuada, se ha relativizado la moral y se ha eliminado, con razón en una sociedad laica, la religión y sus enseñanzas y "mandamientos", muchas veces pura superstición.
Pero se ha dinamitado todo lo anterior antes de haber encontrado un recambio o un sucedáneo efectivo.
¡Y así nos luce el pelo...!!!
Coronel Von Rohaut
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