En anteriores entradas ya he manifestado mi profundo amor por la ciudad de Nueva York pero de mis numerosas estancias en dicha ciudad, alrededor de los años 70, principio de los 80, también recuerdo la imagen de edificios medio incendiados en el barrio del Bronx, con aspecto de devastación post-bélica, la pinta patibularia de bandas de negros, perdón, de afro-americanos (¡Dios! que gilipollez) deambulando por el mismo Bronx y por la parte alta de Harlem, las calles de Manhattan sucias y llenas de socavones, etc.
Y me impactaba ser abordado por grupos de prostitutas (ahora, por desgracia, esto es habitual en la "fashion & design" Barcelona) a la misma salida de uno de mis restaurantes favoritos, el Gallagher's Steak House, "Joint the Regulars", sito en la 52 entre Broadway y la 8ª.
Times Square, en el cruce de Broadway con la 42, era un hormiguero de prostitutas, macarras y en lugar de los famosos teatros de antes, la mítica calle 42 era un seguido de "sex shops" y locales de "strip tease".
En la acera de dicha calle, paseando yo de noche, me quedé boquiabierto ante un macarra, un negro de dos metros de alto, con un inmenso sombrero de ala ancha, collares de oro y vestido con un abrigo de piel blanca que le llegaba hasta los pies, calzados con botas tejanas de piel de serpiente. Era una autentica imagen de "peli", pero vivida en directo.
Por aquella época, Nueva York tenía uno de los índices de criminalidad mas altos de aquel país y mira que Detroit, la "motown" o ciudad de los motores, en Michigan, así cómo Cleveland y Cincinnati, en Ohio, también le discutían el "ranking".
Al parecer y después del paso del alcalde Giuliani al frente de la alcaldía de Nueva York, ésta ciudad tiene, ahora, el índice de criminalidad mas bajo desde los años sesenta del pasado siglo. ¿Cómo se ha conseguido? Con mano dura.
Con la policía motivada y con órdenes claras y contundentes. No cómo aquí y ahora los pobres Mossos d'Esquadra que, bajo el mando del marido o pareja de la amiga de los "okupas", tienen ordenes de no "hacer daño" (mejor que se lo hagan a ellos...). E incluso están mas vigilados y perseguidos que los propios "chorizos". No digo que la policía deba propasarse con los detenidos y que practique la tortura o los malos tratos. Pero "entre poc i massa".
Y con la actuación eficaz y expeditiva de la policía (y sin que luego, los jueces y unas leyes laxas, buenistas y excesivamente garantistas, devuelvan los delincuentes a la calle sin castigo), los buenos habitantes de Nueva York, la gente honrada y cívica, que acata las leyes y paga sus impuestos, están encantados de la vida.
Cómo cantaban Frank Sinatra y Gene Kelly, al bajar del barco en el musical "On the town" (Un día en Nueva York):
"New York... New York... it's a helluva town"
Coronel Von Rohaut
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