domingo, febrero 03, 2008

La primera Ley de Mendel

Érase una vez una actriz americana de cine, de belleza angelical pero que se cepillaba a cuanto actor trabajaba con ella. Dícese que el que mejor la satisfizo fué el Gary Coper de "Sólo ante el peligro", del que se comentaba que tenía tres piernas.

Estaba luego un príncipe de un país de opereta, bajito y rechoncho, con calva incipiente pero que, gracias a su título aristocrático, fama y una buena cartera, se pasaba por la piedra a un montón de estrellas del cine francés.

La ninfómana y el follador se casaron y tuvieron tres vástagos: dos niñas, que salieron golfas "comme il faut" y un niño que salió maricón perdido (*).

De verdad os digo que Gregor Mendel y sus leyes de herencia genética siguen siendo, a veces, un profundo enigma.

O que sólo funcionan bien con los guisantes...

Coronel Von Rohaut

(*) Marica o, por lo menos, impotente o misógino, ya lo ha parecido siempre. Pero últimamente le han salido posibles novias e incluso hijos bastardos legitimados. Pero todo parece un montaje para camuflar su autentica falta de hombría.

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