De pequeño, recuerdo que regresando del colegio, las "Ecoles Françaises de Barcelone", al pasar cerca de los "encantes viejos", alrededor de las calles Independència con Consell de Cent, siempre habían algunos tenderetes, rodeados de "badocs", que escuchaban boquiabertos las bondades de algún crecepelo que un charlatán intentaba venderles. Era la época de la posguerra.
Ahora no veo charlatanes por las esquinas pero no pasa día que en mi ordenador no entren, cómo mínimo, media docena de "e-mails", de los llamados "spam", que me ofrecen remedios o soluciones para agrandarme el pene.
Crecepollas en vez de crecepelos, debe ser el síntoma de los nuevos tiempos.
¡ Ignoro cómo se habrán enterado que la tengo pequeña....!
Lo que no ha cambiado un ápice es la estupidez humana y que siempre habrán listillos dispuestos a aprovecharse de los imbéciles de siempre.
Coronel Von Rohaut
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