Estoy dispuesto a aceptar que Barcelona, ni cultural ni economicamente, ya no es el faro de España, que fue durante décadas.
Gracias a la explotación colonial de Catalunya realizada por la metrópolis castellana, la gran mejora y cambio radical, la modernización social, cultural y de costumbres, propiciada por la bonanza económica, que ha disfrutado España durante estos últimos años, ha sido espectacular y brutal.
Amigos y conocidos mios dirán que con la anterior afirmación (sobre la explotación de Catalunya) me he pasado tres pueblos. Vale. Pero es evidente el gran salto adelante, la modernización de España, de toda España, ¿no?
Pues el expolio económico de Catalunya durante estas últimas décadas, el resultado del déficit fiscal entre lo que hemos aportado a las arcas del estado español y la mierda que éste nos ha devuelto, es infinitamente superior, repito, infinitamente superior, a lo que ha aportado a España la Unión Europea con sus subvenciones, ayudas, fondos de cohesión y financiación de infraestructuras, que ahora se acaban. Para España, las ayudas europeas desde el momento de su adhesión a la Unión Europea, han sido superiores a lo que, en su día, fue el Plan Marshall americano para Europa. Pero sin comparación a lo que, año tras año, nos joden, desvergonzadamente y encima insultándonos, a los catalanes.
No quiero que creáis en mi palabra. Tan solo comprobadlo en las cuentas oficiales del gobierno español y de la comisión europea, que son públicas (sólo hay que saber leerlas....).
Pero en los años sesenta y setenta del pasado siglo XX, el liderazgo de Barcelona era clamoroso. Y no lo digo yo si no que, si repasáis las hemerotecas, que para esto están, lo decían tanto los pocos intelectuales honrados que había en Madrid, cómo los extranjeros que nos visitaban, así cómo los numerosos escritores, intelectuales y pseudo-intelectuales sudamericanos que habían fijado su residencia en Barcelona (*), desde donde se difundía su obra literaria, la primera y mejor, hacía todo el mundo.
Y nadie ha puesto jamás en duda que todos los movimientos artísticos, literarios o pictóricos, teatrales o cinematográficos, sociales y antropológicos que nos llegaban entonces de Europa o de USA, entraban en España por Barcelona y sus élites civiles y culturales.
Pero precisamente en aquella época, cenando yo con unos amigos de Madrid, me decía mi anfitriona: "Me gusta mucho Barcelona pero en Madrid somos mucho mas europeos que los catalanes. En Barcelona sois mas provincianos mientras que en Madrid somos mas cosmopolitas. Salimos mucho mas a cenar y de fiesta por la noche, nos gusta mucho mas divertirnos".
Estaba claro que la buena mujer jamás había salido de su puto pueblo manchego, del Madrid sainetero y funcionarial, festivo y callejero, precisamente tan alejado de la laboriosa, culta y calvinista Europa, a la que tanto nos parecíamos los catalanes y tan poco los madrileños. Pero no iba yo a desengañarla y mucho menos entrar en una estúpida discusión de "yo soy mas moderno que tu..." .
Porqué nunca ha habido nada tan pretencioso ni ridículo cómo la propia ignorancia no asumida.
Coronel Von Rohaut
(*): Muy posiblemente para estar cerca de sus editores ya que, cómo buenos hispanos y no precisamente catalanes, aunque lo disimulasen o incluso lo negasen hidalga y orgullosamente, lo que mas les interesaba eran sus emolumentos y beneficios.
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