Gracias a la globalización, los chinos, por ejemplo, están cada día mas occidentalizados, por lo menos en su apariencia, su "look", igual que, en su día, hicieron los japoneses.
Me cuenta mi hijo a su regreso de su viaje a China que, no solo en Shanghái donde ya se lo esperaba, si no en cualquier pueblo de la China profunda, no vio ni un sólo chino vestido de chino; sólo las guapísimas recepcionistas de los hoteles de lujo, para dar el "sabor" local. Porqué ni rastro del esperado exotismo del Lejano Oriente. Los hombres con camisa blanca y las chicas, todas, con minifalda y con ganas explícitas y fervorosas de aprender, modernizarse y de occidentalizarse.
Mientras aquí, alguna juventud, especialmente la de clases no demasiado altas ni cultas pero no solo la más "freaky", se pintarrajean el cuerpo cómo los indios de la selva o los salvajes, aunque le llamen "tatoo". Y se cuelgan y clavan pinchos y argollas, aunque les llamen "piercings". Y se reunen no para escuchar a Mozart sino para bailar "hip hop", beber del botellón, drogarse hasta perder el conocimiento, mearse en las paredes, cagar en los rincones, follar con quien sea y donde sea, cómo perros...
Si ellos, a su tendencia le llamamos "occidentalización", a lo de los nuestros cómo hemos de llamarle ¿"indianización"? ¿"neo salvajismo"?. Da igual; lo que está claro es que en cuatro días podemos perder lo que nos ha costado siglos de obtener, con altibajos y retrocesos pero siempre adelante: ¡ "la civilización occidental" !
¡ Viva la globalización !
Coronel Von Rohaut
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