Muchas veces, humilde que es uno, cuando escribo mis posts o entradas en mi “blog” (que según algunos amigos son unas paridas demasiado largas), siento la frustración de creer que “eso” no lo va a leer casi nadie (¿ni Dios…?), excepto mi familia, no toda, y algún amigo a quienes, desde aquí, expreso mi más efusiva gratitud.
Pero ayer mismo, navegando por Internet, fui a parar a un “blog” de México donde, en su “forum”, se chateaba sobre temas de armamento y en el cual, un lector de Venezuela, explicaba que había caído en mi “blog” (éste, y decía: de un señor muy interesante) y reproducía, íntegro, un artículo mío sobre armas del Oeste…
Después de leer esto, yo casi no podía pasar por el pasillo de mi casa, no debido a la anchura de los cuernos, si no a lo que había engordado mi pobre y maltrecho “ego”.
“Indocti discant, et ament meminisse periti”
Coronel Von Rohaut
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