Escribo bajo la influencia del fallecimiento de Eluana, joven italiana que llevaba muchos años en coma profundo y mantenida en vida (¿es esto vida...?) artificialmente mediante respiración, alimentación, hidratación, etc., totalmente externa e inducida, enchufada a una máquina. Y casos parecidos hay y han habido muchos.
Los de siempre se rasgan las vestiduras ante el fallecimiento de Eluana, acusando a los que lo han propiciado, incluido su padre y varias autoridades del país cómo el juez que ha autorizado el desenchufe, de poco menos que asesinos, de haber eliminado una vida, etc..
Y no es eso. Porqué cuando no hay conciencia no hay vida y esta persona ya llevaba muerta hace muchos años. Y de no ser por los adelantos científicos y máquinas modernas que mantenían su cuerpo en funcionamiento mecánico, nadie hubiera dicho que su final fuera un crimen.
Lo he pensado a menudo y no soy capaz de decir lo que, en el momento de la verdad, en el minuto decisivo, seré o no seré capaz de hacer. El instinto de conservación que, después del instinto de reproducción, es el mas poderoso de cualquier especie animal, puede que me impida llevar a cabo lo que ahora, fría y racionalmente, pueda pensar.
Pero siempre digo, y ojalá no me llegue nunca o que pasen muchos, muchísimos años pues en absoluto lo deseo, que si algún día me he de quedar inmóvil o paralítico en una silla y cagándome encima, antes me pego un tiro. Y si me quedo en coma, como la pobre Eluana, antes que mantener en vida tan sólo mi cuerpo y cuando se vea que el mal es irreversible, que aprieten el botón o me desenchufen... y al crematorio.
Dicho lo anterior, ojalá viva muchos años, con mis ilusiones (que las tengo e incluso las renuevo), mis frustraciones y mis vivencias y ¡ virgencita, virgencita, que me quede cómo estoy !
Edu
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