Debo ser un mindundis, un don nadie, ya que jamás he comido en un 3 estrellas Michelin (máximo en alguno de una y de cocina clásica, pues todavía quedan, cómo uno de París donde nos sirvieron un excelente "foie poêlé" con un Sauternes "ad-hoc", que no era un "Chateau Yquem" ya que para eso no me llegaba...).
Pero tampoco me importa mucho y no por aquello que cuando no alcanzas dices que son verdes.
Leo que un famoso restaurant inglés, el "Fat Duck" (3 estrellas Michelin y amigo íntimo de nuestra "celebridad" mundial, el Ferrán Adriá) sirve uno de sus principales platos, llamado Sonidos del Mar y que consiste en una (1) ostra, acompañada de un I-pod y unos auriculares, para escuchar el murmullo de las olas...
Y lo debe cobrar cómo si te trajera dos o tres docenas de ostras de Arcade (Galicia).
A mi me encantan las ostras. Recuerdo unas tomadas en desayuno, en la cama, acompañadas de una copa de "champagne", frente al mar en un bungalow del Hotel Sheraton de Long Beach (California).
Pero son mejores las europeas. Por ejemplo unas "belones" de Bretagne o las "claires" de Marennes-Oléron, así como las "gigas" o japonesas cultivadas en Arcachon, cerca de Bordeaux.
Claro. Y si pido ostras y me traen una (1), ni que sea con una grabación de arrullos del mar, cojo el maldito I-pod y se lo inserto por el mismo agujero del culo al señor "chef" estrellado, mientras le canto en directo un aria de "La Traviata" de Verdi (*).
Coronel Von Rohaut
(*) El brindis "Libiamo", lo que sería muy duro ya que canto fatal.
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