Ya comenté aquí mismo que yo, al principio y por un posicionamiento personal, era contrario a la pitada con la que se recibió, en la final de fútbol de Valencia, al Borbón y a su musiquita, la Marcha de Granaderos, a la que no han sabido ni ponerle una letra aceptable y la gente, sin darse cuenta, ridiculiza todavía más con su "chunda, chunda, chunda", cuando suena en los estadios deportivos y Raúl mira al cielo (*).
Pero ahora un conocido me ha recordados una anécdota "real" y todavía me reafirmo más en lo justo y adecuado de tal pitada multitudinaria.
Cuando la ceremonia inaugural de los Juegos de Barcelona del 1992, temiendo precisamente la misma reacción del público, muy astutamente los organizadores hicieron coincidir la entrada al palco del Borbón con la interpretación del himno catalán "El Segadors" con lo que los que iban a pitar tuvieron que reprimirse.
Pero mientras sonó el himno catalán, el rey, él siempre tan campechano, iba saludando a la gente y, risueño, hacía gestos de bienvenida al público y hablaba con sus vecinos.
Solo al empezar a sonar el himno español, el suyo, el muy "borbón" se puso firmes y en silencio... Pues si él no respeta el mío, yo me cisco en el suyo, muy educadamente, eso sí Majestad !!!
Coronel Von Rohaut
(*) Nada que ver con la vibrante "Marseillaise" francesa con la que los gabachos recuerdan cuando ellos guillotinaron al suyo de Borbón; y el muy "british" empaque de un "God save the Queen", el "show" que se montan los americanos con su himno "The Star-Spangled Banner", en todos los eventos deportivos, o el fervor religioso con el que los escoceses cantan su "Rose of Scotland" en el estadio, sobre todo si se enfrenta su selección de rugby a la inglesa enemiga...
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