jueves, octubre 08, 2009

La premio Nobel

Ada Yonath, una israelí, mujer y nacida en Israel, educada y que siempre ha trabajado en dicho pequeño y bravo país asediado por millones de enemigos y amenazado de aniquilamiento, ha sido galardonada con el Premio Nobel de Química del presente año.

Cuando una mujer musulmana, educada y trabajando en cualquier país árabe o islámico, vistiendo con o sin velo "Hijab", con o sin velo "Niqab", con o sin "Chador", con o sin "Burka", consiga un Premio Nobel en cualquier materia científica, respetaré a los "moros". Mientras, no solo nos los respeto sino que los desprecio desde lo más profundo de mi conciencia.

Ni "alianza de civilizaciones" ni respeto a "otras culturas", que no son culturas si no salvajismo y fanatismo retrógrado. Que se vayan a la mierda hasta que decidan civilizarse y llegar al Siglo XXI.

¿Qué tampoco ninguna española ha obtenido ningún Nobel en química o en física "quantica"?
Ya lo sé: por ello también el respeto que siento por los españoles y su nivel cultural es perfectamente descriptible....

Coronel Von Rohaut

2 comentarios:

  1. Querido coronel,

    Si la memoria no me falla las españolas Premio Nobel en química o física quántica, son igual de numerosas que las estadounidenses, marroquís, suecas, holandesas, árabes, belgas o palestinas.
    Entiendo como perfectamente descriptibles que para todas esas señoras tiene Vd exactamente el mismo respeto, lo cual (según mi modesta opinión) es una demostración más, querido coronel, de que es cualquier cosa menos racista.
    Claro que no todos los países disponen de una cantera polaca como las francesas.

    General Rogelius

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  2. Querido coronel,
    Como complemento de lo anterior.
    La señora Yonath es israelí pero, o mucho me equivoco, también judía.
    La pregunta es:
    ¿cree que en el estado libre de Israel sería posible que alguno de esos isrealitas de religión musulmana tenga acceso algún día a los estudios suficientes para poder ser premio Nobel?
    Pues esa es la historia, querido coronel.
    LA VERDADERA HISTORIA.
    General Rogelius

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