jueves, agosto 05, 2010

Me sabe mal decirlo

Un político barcelonés, del PP, ha dicho, dentro de su sentido eufemístico y políticamente correcto, una gran frase:

"No hay que confundir inmigración con delincuencia, pero tampoco silenciar que crece el número de detenidos que son inmigrantes"

Y es cierto: con los inmigrantes también nos llegan importantes cantidades de chorizos.

Pero esto no es nuevo. Cuando yo era pequeño (¡Dios, si ha llovido desde entonces!) y con mi abuela íbamos a pasar los veranos en su pueblo de nacimiento, Santpedor, en el Bages, todas las casas tenían las puertas abiertas de par en par o con la llave puesta en la cerradura, por fuera. Si ibas a verles, solo tenías que entrar y, desde el zaguán, gritabas "¡A María Purísima!" (contracción de Ave María) y si había alguien, te contestaban "endavant" o "entreu, entreu". Pero al llegar la masiva inmigración de gentes del sur de España a mediados de los 50', proliferaron los hasta entonces inexistentes robos en los domicilios y la gente empezó a echar la llave y a cerrar su puertas... ¡maldita sea!

Coronel Von Rohaut

2 comentarios:

  1. yo soy hijo de gente emigrada del sur de españa, en el pueblo de mi padre tambien tienen esa costumbre alli las puertas sigen abiertas , haver si los chorizos vay a ser vosostros los pata negra del lliceo

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  2. Entiendo que mi comentario le haya sentado mal a alguien.
    Sé perfectamente que no todos eran igual y que no es correcto generalizar. Y por ello presento mis excusas.
    ¡Pero las cosas son como son y yo las viví!
    Igual que en Suiza, donde los periódicos estaban a la venta sin nadie que vigilara y los suizos dejaban su importe en una cajita al lado. Costumbre que tuvieron que abandonar con la llegada masiva de españoles e italianos.
    Por qué las cosas son como son.

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