¡ Me cago en dios !

Muchas veces se habla y yo aquí lo he resaltado muchas veces, de la inmoralidad y del grave perjuicio que para todos los catalanes, no para Catalunya como ente abstracto, si no para las gentes, todas y cada una de las personas que aquí vivimos, representa el expolio fiscal que sufrimos por parte de España y de su gobierno central.

De los 22.000 millones de euros anuales (más de 3 billones, con "b", y medio de las antiguas pesetas o sea, más de 3,5 millones de millones) que, de los impuestos que pagamos aquí anualmente, es la parte que no vuelve a Catalunya. Que se queda en Madrid para subvencionar a otras regiones las cuales, después de recibir el "maná" catalán que, además, son incapaces de agradecer y todavía nos insultan, pasan a superarnos en servicios. Pero que, sobre todo, sirven para subvencionar todos los grandes servicios e infraestructuras que benefician la capitalidad de Madrid y, encima, en perjuicio de Catalunya y Barcelona, cuyo progreso, desarrollo económico e industrial y nivel de bienestar para sus gentes, queda brutalmente castrado.

Pero es que, y de ahí el encabezamiento de esta entrada, el expolio no se queda en el fiscal si no que ocurre también en la Seguridad Social que, como todo el mundo sabe o debería conocer, es una Caja independiente de la general de Hacienda. Y es, también, una caja única para toda España y gestionada (¿saqueada?) desde Madrid. Y resulta que si todas las cuotas que, para dicha Seguridad Social, se pagan en Catalunya, entre las propias empresas y sus obreros y empleados (futuros beneficiarios), se quedasen en Catalunya y se distribuyeran entre los catalanes o a los aquí residentes y que aquí hemos cotizado, yo, un servidor de ustedes y abajo firmante, cobraría cada mes y como pensión de jubilación, merecida, casi mil (1.000) euros más de los que vengo percibiendo.

¿Comprenden ahora que me cague en todo dios (*), que me cague en España y en todos los putos españoles de mierda que mandan y me joden, dándome pol culo día tras día?

¡ Amén !

Coronel Von Rohaut

(*) En todo dios simbólico, como signo de mando o de fuerza superior y fuera de mi control, y no como Dios de ninguna religión en concreto y, mucho menos, de la religión Cristiana que respeto y de la que, a pesar de no ser creyente, soy incapaz de blasfemar. Que conste.