Leo, con dolor y pena, con vergüenza ajena, relatos de periodistas que cuentan, con pelos y señales, las barbaridades que se cometen en el África negra con las niñas a las que, a pesar de las prohibiciones formales, se les sigue practicando, a día de hoy, la ablación del clítoris, la amputación de los labios genitales, la infibulación o cosido de su vagina... ¡salvajadas! para definirlo con la palabra apropiada.
Y que en las luchas tribales que se siguen produciendo ahora y hoy mismo en el África central, el Congo y países limítrofes, se sigue realizando un genocidio continuo, masacres indiscriminadas, seguidas, intercaladas o precedidas, de violaciones masivas de mujeres, niñas e incluso bebés.
Obra de salvajes, no quiero bajarme de esta palabra y, alguien tenía que decirlo, nada comparable a lo que sucedió mientras los blancos, en la época moderna (no nos remontemos a un pasado conceptualmente lejano y distinto), dirigieron estos países que están pidiendo, a gritos, un "protectorado" civilizador.
Coronel Von Rohaut
La independencia de ciertas naciones africanas no se produjo por un impulso moralizador sino que fue para evitar aplicar en las colonias el caro estado del bienestar y poder explotarlas desde fuera, todo se cubrió con una capa apestosa de hipocresía progre. Mi coronel, la izquierda tiene mucha culpa de eso, ya que esperaban ganar adeptos buenistas.
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