En los servicios eclesiásticos del ejército francés y para el apoyo espiritual de sus tropas habían, desde tiempo inmemorial, sacerdotes católicos (coloquialmente llamados "Padres", así, en español), pastores protestantes y rabinos judíos.
Debido al incremento de la población de nacionalidad francesa pero de origen árabe ("putos" moros argelinos), se instituyó también una sección de imanes musulmanes si bien ello comportó y comporta muchos problemas de selección ya que no hay seminarios oficiales que impartan certificados de imán y tratan de colarse tanto vividores y analfabetos, como terroristas o imanes fanáticos procedentes de Arabía Saudí, Marruecos, etc..
Lo grave es que varios estamentos están denunciado que, por problemas presupuestarios y de reducción general de personal, se están reduciendo los "padres" pero en detrimento de un incremento de imanes.
Es cierto que cada vez hay menos elementos humanos en los ejércitos y es lógica una reducción de personal eclesiástico y que los occidentales son, somos y en general y en Europa, cada vez menos creyentes y por lo tanto hay menor demanda de curas, mientras que aumenta la solicitud de religiosos para la creciente población musulmana. Pero el temor ahora es el de una islamización de las Fuerzas Militares de Francia.
Y un "padre" paracaidista que, a su regreso de su servicio en Afghanistan, ha denunciado que las tropas francesas gasten dinero público francés en obsequiar a los afghanos con la construcción de mezquitas y con alfombras de plegaria mientras obligan a que las militares femeninas francesas usen velo cuando salen a la calle para no "ofender" a los putos afghanos por los que estamos muriendo, o que obliguen a soldados franceses a comer "halal" para complacer a los afghanos en algunas celebraciones conjuntas (*), ha sido represaliado enviándolo a servir a las Antillas (**).
¿En esto ha acabado nuestro espíritu de cruzadas? ¿Donde iremos a parar?
Coronel Von Rohaut
(*) ¿Se puede saber en qué leches nos complacen ellos, putos "moros" de mierda?
(**) Incluida la Guayana lo que, simbólicamente, sería como enviarlo a presidio o, en Rusia, a la Siberia.
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