Ayer por la mañana iba escuchando la información meteorológica por la radio de mi coche y de una emisora madrileña (sí, lo confieso, soy un vicioso masoquista...) y decían, alto y claro "día soleado en toda España, solo nublado en la cornisa cantábrica".
Levanté la cabeza y estaba el cielo totalmente cubierto, nublado y ni pizca de rayos solares; tuve que deducir y asumir que no estaba circulando por Barcelona si no por Santander.
Deslumbrado por como adelantan las ciencias y lo veloz que me había desplazado, rápidamente tomé la decisión de ir a desayunar al puerto, de Santander claro, y comerme unas sardinas asadas (*) en cualquiera de los típicos y populares bares del puerto. Pero al enfilar la dirección correcta (en mi coche tengo brújula incorporada en el salpicadero), en lugar del puerto se me apareció el Tibidabo (**). A mi inicial sorpresa y alegría se sumó el estupor ¿Pero donde cojones estoy?
Y a renglón seguido hice lo que más placer me produce: cagarme en las radios y televisiones madrileñas que, sistemáticamente, nos insultan a los catalanes, nos engañan y nos mienten y ahora, hasta en el tiempo que hace. O nos ningunean sistemáticamente: para ellos Barcelona, Catalunya, no existe (salvo para lo malo) y solo relatan lo que ocurre en "su" España. No sería la primera vez que oigo noticias del tipo: "este conjunto que actuará por primera vez en España" en lugar de decir "que actúa por primera vez en Madrid" o "esta película que se estrena en España" ya que, a veces, ya debutó en Barcelona un año antes o se estrenó en Barcelona la semana anterior. Pero lo que no ocurre en Madrid, para ellos, no existe.
Son unos maricones, qué quieres que te diga...
Coronel Von Rohaut
(*) Mis amigos de allá me llamaban la atención que las sardinas que se servían en los chiringuitos del puerto de Santander a los que la gente iba convencida del frescor del género, frescas sí eran; salían directamente de los almacenes frigoríficos del mismo puerto: eran congeladas.
(**) Aquí me he tomado una pequeña licencia literaria ya que, al estar la ciudad de Santander dentro de la magnífica bahía del mismo nombre y de espaldas al Cantábrico, su puerto se sitúa casi encarado en la misma dirección que el de Barcelona y no opuesto, como sería lógico por su situación geográfica.
En relación con el tiempo meteorológico, me da la impresión de escasa fiabilidad pero no creo que sea catalanofobia pues en Huesca tampoco han acertado. Creo que, a veces, favorecen los intereses turísticos con dosis de optimismo.
ResponderEliminarTambién en TV3 la cagan a menudo.
ResponderEliminarY no lo entiendo ya que, por ej., los meteorólogos de la Formula 1 aciertan el minuto exacto en que empezará a llover en una parte determinada del circuito.
Pero es cierto que la cuenca mediterránea es de las más imprevisibles ya que no dispone de la extensa zona previa por la que circulan las borrascas atlánticas.
El general Eisenhower pudo decidir el día del desembarco en Normandía (no el ideal pero sí el único posible en plena época de borrascas sucesivas) por el consejo de su meteorólogo, un oficial de la RAF, y gracias a los datos enviados por un buque meteorológico situado a la altura de Narvik, en la costa noruega.