Ya se sabe que las guerras son una carnicería, una salvajada a la que los países, a veces, no se pueden oponer o no quieren esquivar.
Pero también en el fragor de los combates se anudan fuertes lazos humanos, de amistad o camaradería, ya que en la guerra también muchos hombres dan lo mejor de sí mismos. Sin que lo uno sea excusa ni coartada para lo otro.
Y después de recrearme, una vez más, con las notas de las bandas sonoras de la entrada anterior, me viene a la memoria una frase de un paracaidista francés al término de la guerra y recordando su regreso a la vida civil: "un adiós a las armas, teñido de la nostalgia por una época en la que tuvimos la suerte rarísima de vivir lejos de los impostores, los tramposos y los listillos, entre hombres de buena voluntad".
Coronel Von Rohaut
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