Existe un movimiento en la América de Obama que clama para el retorno de las fábricas en los Estados Unidos de América, para el regreso a una filosofía de economía manufacturera, la "Made in USA" que, con su inventiva, innovación, progreso y laboriosidad, hicieron grande la gran nación americana.
Dicen que no es sostenible una sociedad únicamente consumista de productos importados de fuera, que hay que renovar los esfuerzos productivos de la economía real y tangible.
Lo mismo ocurre en Catalunya, poseedora antaño de un inmenso tejido industrial y que, como el textil primero y ya totalmente desaparecido, y la manufactura metalúrgica y mecánica después, ahora en vías de extinción (han cerrado las ultimas fabricas de motocicletas), daba trabajo, vida, a un numero considerable de pequeños negocios, talleres industriales auxiliares, pequeñas y medianas empresas, autónomos, que eran la espina dorsal, la base, de la economía catalana y la mayor creadora de mano de obra, de sostenedora de oficios cuyo dominio había costado conseguir, de trabajo y de formación de una gran masa de clase media.
Pero esta no era la filosofía de España que, cuando llegó una falsa bonanza económica, favoreció el crecimiento y dominio del negocio financiero y especulativo, basado en sus estrechos contactos, la puerta giratoria ("revolving door" dicen los americanos), entre economía y política. Lo que, por falta de ayudas y estímulos, acabó de hundir la industria catalana.
Y aquí estamos. Jodidos y desnudos; descangallados (que dirían los argentinos) y echados en la puta calle, sin un poder político y bancario propio que nos apoye y confiando en encontrar una plaza de camarero en un chiringuito de verano...
¡ Mecagüen su puta madre... !
Coronel Von Rohaut
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