Pero es que tampoco los que nos joden a los catalanes no ceden en su empeño y cada año que pasa perfeccionan más sus prácticas de latrocinio y saqueo, la transferencia dolosa de nuestros bienes o recursos hacía otros destinos, lejos de nuestra heredad, y para beneficio y disfrute de comunidades o territorios menos eficientes y que, por lo tanto, malbaratan, desperdician los bienes de los que se apropian (*).
Explica, y no es nada nuevo, un prestigioso economista, que de cada euro que pagamos los catalanes en forma de impuestos, solo nos devuelven 45 céntimos (**).
El País Vasco, proporcionalmente más rico que Catalunya, hace una aportación de entre un 1 y un 2% de su PIB, frente a nuestro 10% de expolio no solo injusto e inmoral, si no manifiestamente anticonstitucional; de esta Constitución Española que tantas veces nos restregan por el morro.
Contra toda lógica y de lo que es norma en países civilizados de nuestro entorno, después de las transferencias y la excusa de la nivelación, Catalunya pasa a ser más pobre que otras comunidades que lo eran antes de tales transferencias y triquiñuelas contables. En nombre de una igualdad y solidaridad (notablemente excesiva) intercomunitaria, podría entenderse que nos quedáramos equilibradamente igual. ¡Pero que salgamos perdiendo... clama al cielo!
Las consecuencias de este maltrato fiscal, castigo y agravio, son, por una parte, menos dotación en infraestructuras. Cualquier persona que viaje a Madrid regresa maravillado de sus progresos y engrandecimiento: el mayor aeropuerto de Europa (sin, ni mucho menos, ser el de mayor transito), AVE's en todas direcciones pasando todas por Madrid, anillos varios y viarios, sin peaje, de circunvalación, nutrida y moderna red de ferrocarriles de cercanías, metro faraónico, grandes avenidas, y todo para una área metropolitana que no es mayor que la de Barcelona, pero donde no disponemos, ni de muy lejos, de las mismas inversiones.
Y también menos dotaciones en escuelas y hospitales. Hemos vivido con el espejismo de un sistema sanitario excelente y ejemplar, pero para el que no tenemos dinero para sostenerlo. Porqué el dinero, nuestro dinero, se queda en Madrid y resto de España. El País Vasco, que dispone de todos sus recursos propios (suerte que tienen y bien que hacen), dedica a sanidad un 30% más de recursos por ciudadano. Aquí hemos de hacer más recortes que los demás y aún nos critican y escarnecen aquellos que nos obligan a realizar tales indeseados recortes... (***).
Ahora bien, Convergència, el partido en el poder local, y su presidente Artur Mas, no son culpables de los recortes ni de la falta de recursos expoliados, por lo menos de forma puntual. Pero cuando dicen que hemos de unirnos todos los catalanes para ir a Madrid a reclamar un trato más justo, un concierto económico o pacto fiscal que jamás, repito, jamás nos concederán, aquí se están equivocando por cobardía o alta traición a la Patria.
Salvo que lo hicieran por una estrategia bien calculada de pedir algo que se sabe que no nos darán para luego tener la excusa, la coartada, de decir que puesto que nada se consigue por las buenas, hay que ir a la independencia, que es la única solución a todos los males de la nación catalana.
Estaría bien pero, conociendo la cobardía, la falta de cojones de la mayoría de dirigentes catalanes, de la gente del "establishment", lo dudo. No conseguirán nada, solo buenas palabras del PP que cederá en algo que no les cueste nada como la enseñanza del catalán, etc., y los convergente dirán que han obtenido una gran victoria con su "seny" y su pactismo y sentido pacífico y negociador. Pero ni un puto duro, ni un real, ni un centavo. Nada, una mierda...
Coronel Von Rohaut
(*) Podría ser como aquel axioma que dice que los dineros ganados sin esfuerzo, en la lotería por ejemplo (o robados, como el oro y la plata de América), se pierden irremisiblemente.
(**) Este problema del déficit de las balanzas fiscales y explicado de esta forma moderna, el primero que lo expuso fue el político y notable economista fiscalista, catedrático de Hacienda, Don Ramón Trías Fargas. Creo recordar que por aquel entonces decía que de cada peseta que pagábamos los catalanes, España solo nos devolvía 60 céntimos. Ojalá siguiéramos así...
(***) Aquellos indeseables energúmenos, malvados sibilinos de fuera o pobres ignorantes o mal informados de dentro, que critican al gobierno autonómico por los recortes en bienestar social y dicen que podríamos ahorrarnos lo gastado en ayudas a la lengua, la cultura catalana, mal llamadas "embajadas" o misiones comerciales en el extranjero, asociaciones o acciones identitarias de defensa de la nación, etc., que frente a los grandes presupuestos de la educación, la sanidad y las obras públicas son cuatro reales, el chocolate del loro, harían mejor chupándome la polla...
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