sábado, enero 07, 2012

¿Existen todavía los "play boys"?

Y no me refiero a los números o ejemplares de la revista americana, (por cierto, ida a menos debido a que con la modernización de las costumbres, la vida real ha superado a la ficción o la soñada), si no a los caballeros, algunos jóvenes y otros no tanto, que en los tiempos de bonanza económica posterior a la Segunda Guerra Mundial (antes ya los había y famosos, pero menos y más circunscritos a los círculos de la nobleza y alta burguesía), hacían gala de no trabajar y, siendo ricos de por sí o no, se pasaban la vida holgando, practicando deportes finos y elitistas (tenis, mayormente), viajando a lugares exóticos y siempre rodeados de bellas mujeres.

Sus capitales veraniegas, al menos para los europeos, eran Saint Tropez en la Costa Azul francesa y Portofino en la Liguria italiana (en plan local y doméstico, sería nuestro Cadaqués). Un poco macarrillas (los que no eran ricos por familia se hacían mantener por señoras adineradas; Rubirosa decía que para conquistar a una señora rica no hacía falta serlo si no parecerlo), eran la guinda de la "jet set" de entonces (llamada así por viajar en los entonces primeros "jets" o aviones a reacción).

Algunos de los más famosos se habían reunido en una especie de club, cuya cabeza visible era el diplomático dominicano Porfirio Rubirosa, jugador de polo y piloto de Formula 1, era conocido por disfrutar de un pene de tamaño considerable (según el escritor americano y homosexual Truman Capote, lo tenía  de 30 cms.). Estuvo casado con la hija del dictador Trujillo, y unos dicen que se folló a la Eva Perón pero otros dicen que es de las pocas que se le resistió; se casó con artistas de cine y con multimillonarias y se cepilló a algunas de las mujeres más famosas de entonces (algunas, sabiéndolo o no, compartidas con John Kennedy, el futuro presidente que, gracias a las relaciones de su padre que fue productor, se folló medio Hollywood). Murió en el parisino Bois de Boulogne, al volante de su Ferrari descapotable.

En dicho club, al que también perteneció el aristócrata alemán Gunter Sachs von Opel (casado con Brigitte Bardot y del que se decía que, al igual que Rubirosa, ambos se habían acostado con la luego emperatriz de Iran, la bella Soraya) sus componentes se puntuaban entre ellos según sus conquistas y según la dificultad de las mismas o su relumbrón social. Al parecer, la máxima puntuación la daba el follarse una Primera Bailarina (*) de algún ballet famoso (Opera de Paris, de Londres, de Montecarlo, etc.), mientras que cepillarse una sueca restaba puntos (**).

Aquella época feneció un poco cuando el centro de atracción pasó de Saint Tropez a la hortera Marbella. Suerte que ahora ha renacido bastante Montecarlo y, sobre todo y en el Mediterráneo (ignoro la vida y costumbres de lugares exóticos) se ha asentado la Costa Smeralda de Cerdeña, con Porto Cervo, promocionada en su día por el príncipe Alí Khan que era otro de los componentes del grupo de "play boys" famosos y que se casó con la actriz Rita Hayworth (la famosa "Gilda") y continuada e incrementada por su hijo Karim Aga Khan, actual Aga Khan IV.

Uno de los animadores de Porto Cervo es Flavio Briatore, para mí uno de los últimos "play boys" clásico, además de un poco bastante mafioso.
Ya son otros tiempos y otros estilos.

Coronel Von Rohaut

(*) En aquel tiempo, la primera bailarina del Royal Ballet de Londres era la inglesa Margot Fonteyn, que se casó con un diplomático y millonario panameño. Cuando éste quedó parapléjico a causa de un atentado, ella se dedicó a su cuidado hasta su muerte, a pesar de las infidelidades sufridas anteriormente.
(**) Mientra que yo y mis amigos, con el "600" del único que tenía coche, íbamos los fines de semana del verano al "Camping Cala Gogó", cerca de Playa de Aro, a intentar follarnos suecas; y algunos casi moríamos en el intento, ya que no eran tan fáciles a pesar de su fama, por lo menos las mas guapas. Por aquel tiempo, lo más fácil de ligar y llevarte a la cama eran las españolitas que te encontrabas de excursión al extranjero, viajando por Europa. En cuanto salían del ambiente nacionalcatólico y mojigato del país, se desmadraban y se volvían locas. Ríete tú de las francesas, que eran unas calienta-braguetas y que solo estaban muy monas bailando el "cha cha cha" francés, que se bailaba de perfil...

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