jueves, enero 26, 2012

Las alegrías presupuestarias de las fuerzas armadas españolas

En una entrada anterior, donde decía que para qué quiere España tantos helicópteros del último modelo si luego no se vá a ir a la guerra como se iba, en tiempos, "Mambrú (*), el de la canción", me dicen que soy injusto con España.

Ahora bien, en un estudio publicado por el CEEC, se recuerda que el déficit español, que tanto daño hace y del que tanto se habla y del que el señor Rajoy culpa a las autonomías (lo que es muy suyo), incluye y es una salvajada, una deuda del Ministerio de Defensa calculada en la bagatela de 27.000 millones de euros, según fuentes de Europa Press (una agencia de Madrid) del pasado mes de diciembre. Si bien yo he leído, en otras fuentes, que alcanza los 30.000 MEU. No olvidemos la trampa de hacer pagar muchas adquisiciones del ministerio de Defensa por el de Industria, para esconder los auténticos gastos en Defensa de España y que no se note, porqué hace mal a los ojos, que su presupuesto es superior a los de educación y sanidad, en un país pobre y endeudado hasta las cejas como España.

¿Y en que se gastan la pasta, para que jueguen los soldaditos y no incordien, ya que hasta hace poco España era adicta a los "levantamientos" y "pronunciamientos"?

Pues, entre otros muchos, en comprar 235 carros de combate Leopardo 2E (versión española del alemán Leopard 2A6) en lugar de mantener su flota ya existente de Leopard 2A4, más que suficiente, y con un coste estimado en 2.300 millones de euros (**). O en construir fragatas F-100 y F-105 por casi 4.000 millones de euros y encargar 68 aviones de combate aire-aire EF-2000 Eurofighter "Typhoon" (no aptos para el ataque al suelo, donde son preferibles los F-18 "Hornet" americanos y que ya tenemos), cuando no es previsible que nos ataque el Mohamed ya que ni Francia ni los USA, sus principales aliados, nos dejarían enfrentarnos al moro, fuera de la palabrería. O 27 aviones de transporte estratégico del nuevo pero retrasadísimo y muy caro Airbus A400M, que Francia necesita con urgencia pero España no participa en misiones exteriores de envergadura y menos con materiales pesados; a menos que los utilice para llevar a la playa a los niños de los ministros, con sus cubos, palas y pelotas, como el Guerra utilizaba los Falcon del Ejército del Aire para ir a los toros a Sevilla, ya que no tenía bastante con el AVE que le había hecho construir al Borrell.

Pues como decía no hace mucho tiempo el propio ex Secretario de Defensa, Constantino Méndez, "... se compró armamento que no usaremos, para teatros de confrontación que no existen y con dinero que no tenemos...".

Coronel Von Rohaut

(*) "Mambrú", en la versión castellana de una canción infantil (Mambrú se va a la guerra, que dolor, que dolor, que pena, Mambrú se va a la guerra, no se si volverá...) era la deformación fonética del nombre del 1er Duque de Marlborough que se distinguió en la Guerra de Sucesión Española y fue el vencedor de la batalla de Blenheim, junto a los austriacos y frente a las tropas franco-bávaras, si bien la coalición no consiguió imponerse a los Borbones en el teatro de guerra español.
(**) Cuando ni se vislumbra en el horizonte la posibilidad de una nueva Batalla de Kursk (la más grande batalla de tanques de la historia) ni se teme el avance por las estepas del Asia Central de las hordas tártaras amenazando el centro de Europa.

2 comentarios:

  1. Al parecer, mi coronel, el duque era ascendiente de Churchill. Aunque no se la relación con el duque de Berwick (general de Felipe V) que debió ser también familiar por vía putativa.

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  2. Efectivamente, el Marlborough se apellidaba Churchill y Sir Winston un descendiente directo y por línea paterna, pero no primogénito.
    El Berwick era nacido en Francia pero hijo bastardo del Rey Jacobo de Inglaterra y por eso se llamaba James Fitz James (que viene a ser Jacobo Hijo de Jacobo), con lo que también era un ascendiente de la Duquesa de Alba, que lleva este apellido. Y la madre del Berwick era una Churchill, hermana del Duque de Marlborough (el Mambrú...)
    O sea, todo queda en casa...

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