O negarse, por cobardía, a reconocer la verdad, a aceptar los hechos, por negativos o adversos que sean o posiblemente por ello. Y cuya aceptación o admisión y comprensión es, siempre, el primer paso para reconducirlos.
Viene a cuento lo anterior por el hecho que un escritor y político municipal de Barcelona (*), de Convergència obviamente pues es un colaborador del alcalde Trias, en un artículo periodístico realza el brutal crecimiento de la ciudad de Madrid. No hace muchos años un pueblo manchego que albergaba los centros administrativos de la capitalidad y poblado por tristes y paletos funcionarios aldeanos y costumbristas, y ahora convertida en una gran población con un desarrollo económico y urbanístico espectacular.
Y, mientras muestra su admiración y embeleso, critica y hace bien, que esto se ha conseguido con los dineros de las subvenciones recibidas de Europa y los impuestos robados a nosotros, los catalanes. Y cobijando las sedes de las grandes corporaciones españolas creadas o magnificadas y pseudo-privatizadas durante la transición y todas con la sede social en Madrid. Así como las sedes de multinacionales extranjeras, que muchas tenían, con anterioridad, su sede y el pago de sus impuestos radicados en Catalunya pero se trasladaron, se deslocalizaron, a la capital castellana abducidas, seducidas, por el poder central y sus resortes y sus intereses insaciables de nuevo rico.
Pero cuando afirma que gracias a la fuerza de Barcelona, al poder de la Marca Barcelona, Catalunya se iguala a otros países "con estado", ahí la caga y bien cagada. O el orgullo de ser barcelonés o, más seguro y por desgracia, la idiotez destilada por el argumentario de su partido político, la sumisión de la conciencia de Convergència i Unió a los intereses bastardos del Grupo Godó y su "lobby del puente aéreo Madrid-Barcelona", "la Caixa", los bufetes Roca i Junyent, Cuatrecasas, etc., ciegan su raciocinio, nublan su inteligencia y distorsionan su visión de la realidad.
Ya que nada, absolutamente nada, puede suplir ni compensar el poder omnímodo y omnipresente de un estado, sus decretos y leyes, el poder disponer un sello y una firma al pié de un documento, de un oficio. Y si no lo ves así, pobre gilipollas convergente hasta quizás de buena fe, eres indigno de representar ni nuestra ciudad ni nuestra nación.
Coronel Von Rohaut
(*) Antoni Vives por más datos, y con el que muchas veces estoy de acuerdo, salvo cuando la pusilanimidad de muchos catalanes le impide encarar el verdadero problema y preconizar la única solución: la independencia del "Estat Catalá" soberano.
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