Jordi Pujol nunca había escondido, a lo largo de su dilatada carrera, que Salvador Espriu como poeta/filósofo y Jaume Vicens i Vives como historiador/filósofo y economista a su manera, eran sus escritores de cabecera, sus "maestros".
La obra caudal de Vicens i Vives, la "Notícia de Catalunya" de 1954, era una crítica a los delirios independentistas que, periódicamente, sacudían a Catalunya y, todo y defendiendo la "catalanidad", no escondía un deseo de "encajar" a Catalunya en el estado español (siempre que se respetase nuestra singularidad cultural). Yo la leí de muy jóven y, al igual que Pujol, también me la creí; pero por poco tiempo a pesar que está brillantemente escrita. Tan pronto me dí cuenta que a los deseos independentistas él les llamaba "rauxa" (arrebato de locura) por oposición al tan cacareado "seny" (talante sensato ¿acomodaticio?) catalán.
Y la obra de Espriu, "La Pell de Brau", no dejaba de ser un canto, dolorido, a la unidad peninsular y a la España que el llamaba "Sepharad" (y que yo nunca he dejado de agradecerle su declarado pro-semitismo).
Pero ahora, y nunca es tarde si la verdad resplandece (*), afirma Pujol en sus memorias recién publicadas (solo he podido leer extractos, una obra entera ya me cansa): "El espíritu de "La Pell de Brau" (La Piel de Toro) ha fracasado".
¿ Y bien, Jordi, qué queda ? ¡ Coño, pues la independencia... !
Coronel Von Rohaut
(*) Bueno, Don Jordi, un poco tarde si que ha resultado "¡collons!"
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