Mientras Sandro Rosell se entrevistaba estos días pasados y en Madrid, con Bill Gates, el multimillonario americano (1º o 2º del mundo, según los días) fundador y propietario de "Microsoft" y que tiene con el FC Barcelona unos acuerdos de colaboración en temas humanitarios (*), la estrella del Barça se iba a París, aprovechando unas minivacaciones concedidas por el Guardiola y, con su novia, dicen que fueron a comer a un restaurante de la Tour Eiffel, supongo que al "Jules Verne" que está en el primer piso y tiene, o tenía en mis tiempos, un par de estrellas Michelín.
Cuando hace años y en uno de mis viajes a la capital del Sena con mi esposa, quise invitarla a cenar en dicho "restaurante con vistas" y llamé para reservar mesa para el día siguiente, creo que hasta oí una carcajada por el auricular y me contestaron, muy amablemente eso sí, que no tenían sitio hasta para dentro de un par de meses (**).
En cambio no creo que Messi supiera, hace dos meses, que tendría fiesta precisamente este día y podía hacer su reserva. Ello confirma que seguramente él (o alguien) llamó el día antes y lo recibieron con gusto por ser quién es.
¡Y una mierda somos todos iguales! Y cuidado, que lo puedo entender...
Coronel Von Rohaut
(*) Gates se encontró con Rosell después de ser recibido en la Moncloa por Rajoy que, para verle, abandonó un acto oficial que presidía. Y parece que Moncloa hizo todo lo que pudo para que Gates no se viera solo con Rosell si no que intentó meter diversos invitados VIP's de "los Madriles", que restaran un poco de color "culé". No obstante, Gates confirmó su simpatía por el Barça del que sus hijos son seguidores (al igual que los hijos del emir de Qatar a los que su madre trajo un día en vuelo privado para que pudieran ver un partido de su ídolo, el Messi). Si el invitado hubiera sido Florentino (al que la envidia le reconcome) y no Rosell, la noticia no habría salido solo en algún programa o prensa deportiva, si no que hubiera sido "scoop" en los informativos "prime time".
(**) Lo que no es de extrañar ya que, antes de su cierre, "El Bulli" de Ferrán Adriá tenía una lista de espera de dos años. Salvo que fueras alguien de verdad, claro...
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