sábado, junio 23, 2012

Ni los cerdos les quieren



La noticia que, de ser cierta y no lo dudo, me ha impactado tanto, me ha indignado de tal manera y yo que ya creía estar curado de todo tipo de espanto, que he estado a punto de ni comentarla, pues casi no sé como expresar mi rabia.

Al parecer, en el Instituto de un pueblo de Girona en el que ya hay un
elevado porcentaje de niños inmigrantes y muy mayoritariamente magrebhies, la misma dirección de la escuela ha prohibido a la minoría de autóctonos o catalanes que van a clase, que lleven bocadillos de jamón, chorizo, salchichón, etc. (o sea, productos del cerdo) ya que su visión hiere la sensibilidad de los extranjeros, cuyos padres se han quejado de la humillación que para sus hijos representa ver comer cerdo, lo que prohíbe su religión. Pero la nuestra no ¿eh?

Putos moros de mierda. Si ya me subleva que en los colegios no se exija que todos los niños coman lo mismo, que se integren ya que han venido voluntariamente a nuestro país y aquí ya tenemos nuestras costumbres, que encima nos prohíban a nosotros ejercer las nuestras y comer libremente lo que siempre hemos comido, nos impongan ellos sus salvajes y retrógrados hábitos, ya es el colmo. Una raya roja que no deberíamos dejar cruzar o ¿dónde iremos a parar?

Legales o ilegales, buenos o malos (el único moro bueno es el moro muerto), habría que echarles a todos al mar antes no sea demasiado tarde.

¡Que el Santo Padre, el Papa de Roma, predique una nueva cruzada, que ahora sí que hace falta!

Coronel Von Rohaut

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