El ruso en Letonia

El ruso en Letonia y en Ucrania, igual que el castellano en Catalunya, no es un derecho si no un problema.

Después de largos años de ocupación, en los que el letón fue despreciado y el ruso se implantó obligatoriamente en Letonia, cuando el país báltico se independizó por segunda vez de los rusos (¡dichosos ellos!) en 1990, declararon el letón como única lengua oficial.

Ahora la importante minoría rusófona (un 33% de la población) exige que el ruso sea cooficial. Como en Ucrania donde un dirigente mafioso y rusófilo ha decretado que donde haya un mínimo de un 10% de población rusoparlante, el ruso sea también oficial, además del ucraniano que, mira tu por donde, es la lengua de los ucranianos de Ucrania.

Como en Catalunya donde, cuando seamos independientes y soberanos, hemos de declarar que el catalán, mira tu por donde, la lengua propia y original de Catalunya, es la única oficial.

Porqué independientemente de todos los respetos que merezcan todas las lenguas, en los países donde exista una lengua foránea, traída por invasores y ocupantes e impuesta por la fuerza de las armas y las leyes extranjeras, ni que sea hablada por amplias minorías e incluso sea casi paritaria como es el caso del castellano en Catalunya, esta no merece ninguno de derecho; es lengua enemiga.

Y en Catalunya el castellano podrá ser honrado como reliquia sentimental de los catalanes de origen castellanohablante (que la podrán utilizar en el ámbito familiar y privado, faltaría más). Con un cariñoso sentimiento de preservación arqueológica, como los judíos que, en Israel y donde el hebreo es la única lengua oficial reconocida, siguen hablando en ladino los sefardíes o en yiddish los askenazi.

Naturalmente, el castellano también podrá ser enseñado, incluso oficialmente, como una lengua extranjera más y con la deferencia que merece una lengua de un país vecino, como también el francés. Pero con prioridad para el inglés, por obvios motivos prácticos, económicos y comerciales.

Coronel Von Rohaut