Frente al inmenso cariño, estima y hasta amor que me profesan los castellanos, a los que veo preocupados, hasta íntimamente trastornados, por la posibilidad que, ante la ahora ya probable independencia de Catalunya, esta deriva nacional y estreno de un nuevo estatus en la sociedad mundial, sea la ruina de Catalunya.
Están afligidos, hasta desolados, ante la perspectiva que los catalanes nos muramos de hambre por culpa de nuestra estúpida manía de querer vivir fuera de su acogedora casa común. Pero es curioso que los mismos que sufren por nuestro futuro sean los que no paren de amenazarnos que, si nos vamos, dejarán de comprarnos y procurarán cerrarnos todas las puertas, de Europa y, si pudieran, hasta del Imperio Inca. Nos avisan, como buenos y amantes padres, de lo malo que nos espera fuera, pero muestran los colmillos que desean clavarnos en la yugular.
Pero que buenos que son, los bastardos hijos de puta. Y que coherentes, pero por la banda de los cojones...
Coronel Von Rohaut
(PS) ¡Ah!, que lo que hacen es defender lo suyo ya que si los catalanes nos vamos les dejamos en la ruina... ¡Ah, coño, coño!
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