miércoles, septiembre 19, 2012

Los "ritornellos" de los gilipollas


Igual que me indignan,  me sublevan y me hacen cagar patas abajo, todos aquellos energúmenos descerebrados que, cuando mencionas la independencia de Catalunya te sacuden aquella imbecilidad de: "¿Y con quién jugará el Barça?",   "¿Quién os comprará el cava?", o "¿Que haréis si el Val d'Aran quiere independizarse de Catalunya?", se añaden, desde hace tiempo, los que, cuando te quejas que Catalunya paga más, mucho más de lo que luego recibe (*), te sueltan aquella obviedad, sin piés ni cabeza ya que no niega la mayor pero que ellos creen que es de una sagacidad apabullante (**), que es "Los territorios no pagan impuestos, son los ciudadanos".

Sí, pero los ciudadanos que pagan más impuestos que los beneficios que luego les devuelve o compensa el estado ladrón, no son los ciudadanos de Katmandú. Son los ciudadanos catalanes, los habitantes de Catalunya, que es el territorio que es saqueado y expoliado ya que es a Catalunya donde no llegan jamás las inversiones del estado, que precisamos y que merecemos por los impuestos pagados por sus ciudadanos, sociedades y empresarios.

Coronel Von Rohaut

(*) La ultima moda entre los hidalgos castellanos es negar que exista ningún déficit fiscal entre Catalunya y España (ni les importa que lo hayan reconocido, a regañadientes, las cuentas del gobierno y del ministerio de Hacienda). Ellos lo sueltan por las teles mientras sonríen displicentemente, lo niegan sin ningún dato y, psicópatas mal nacidos como son, se quedan tan anchos.
(**) Uno de los últimos que lo acaba de repetir ahora mismo, es un analfabeto baboso, que se auto intitula "filósofo" cuando no sabe ni hacer la "o" con un canuto o que, cuando menos y para entendernos, debería precisar que es "filósofo español". Que se llama Fernando Savater, y que seguramente se graduó en la Universidad  Porcuna de Alcalá de la Bellota, término municipal de Pocoseso, provincia de Muchamierda. De la que fue Rector Magnífico el Conde-Duque de Olivares (que ya nos invadió en 1651 para obligarnos a pagar unos impuestos que no nos correspondían y mientras Portugal se independizaba), y al que un tarado le limpiaba las botas a lengüetazos, un tal Francico de Quevedo.

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