Desde la aparición de Fraga Iribarne en el escenario político de Galicia y su afán en hacerse olvidar su pasado político madrileño y darse un barniz indígena, empezó entre los hombres públicos de aquella región o nacionalidad la moda de querer hablar en gallego (lengua que había desaparecido por completo de las ciudades y yo lo conocía bien pues había viajado muy a menudo a aquellas tierras).
Y con motivo de estas ultimas elecciones he revivido este hecho curioso: que todos hablan en gallego, sin traducción ni subtítulos, porqué todo el mundo les entiende perfectamente. Mientras que cuando yo visitaba pueblos y villorrios de la Galicia profunda o de pueblos marineros de la costa y escuchaba a gentes hablar entre ellos, no entendía casi ni una puta leche.
Porqué ellos hablaban en gallego; un gallego petrificado en su evolución natural y muy contaminado por culpa de la invasión cultural del castellano (*) y que de haber seguido su natural desarrollo seguramente hoy sería más similar al portugués, del que se ha ido separando, pero gallego.
Pero lo que hablan los neo-gallegos urbanitas de hoy, salvo excepciones que intentan "galleguizar" un poco más, no es sinó un simple y vulgar castellano, en su acento, léxico y sintaxis, con alguna palabra propia o, la mayoría de veces, solo alguna terminación de palabra en modalidad gallega.
De forma descarada y sin hacer ningún esfuerzo en imitar ni lejanamente el acento original.
¡ Patético... !
Coronel Von Rohaut
(*) Un escritor y periodista de la época franquista, pero culto, Alvaro Cunqueiro (en la foto de arriba), utilizaba mucho el gallego en sus obras literarias y poéticas. Sonaba muy bien y muy "gallego" pero muchas palabras y hasta frases enteras se las inventaba. Lo que, en sí, no es malo, pues toda lengua para no morir ha de evolucionar. Fue también un gran divulgador de gastronomía y buen amigo de mi admirado Nestor Luján; eran ex-falangistas ilustrados y desencantados, hedonistas epicúreos y afrancesados.
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