lunes, octubre 15, 2012

No me cansaré de decirlo


Que todos los que se oponen a la legalización (y cuando digo legalización no estoy diciendo ni liberalización total ni promoción o fomento y apoyo de su consumo) de las drogas y más especialmente de las blandas, lo que hacen en realidad es no enfrentarse al dilema, esconderlo y oponerse a la solución del eventual problema.

El ministro de educación de Francia, Vincent Peillon, ha dicho que debería abrirse un debate sobre la legalización del "cannabis" y, rápida e hipócritamente, el Presidente Hollande, el primer ministro y el ministro del interior, le han saltado a la yugular y le han obligado a desdecirse . Como todos los prohombres de la oposición, pero lo cual es lógico y comprensible, puesto que son la oposición.

Y alguien ha dicho, criticando a Peillon y con grandes aspavientos, "que el cannabis sigue siendo una plaga que hay que combatir".

Bueno, pues en el supuesto que hubiera que combatirlo y yo no lo sé ni estoy seguro de sus perjuicios (ni voy a abrir aquí el tema de sus efectos clínicos, nocivos o no), lo que si estoy en medida de proclamar, alto y fuerte, es que para combatirlo es mejor tenerlo controlado y en las estanterías de un estanco, que en los sótanos de un contrabandista y en manos del gran bandidaje.

Coronel Von Rohaut


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