Era una canción de Georges Brassens sobre una poesía del poeta medieval François Villon, en la que se preguntaba donde estaban las señoras de antes así como donde estaban las nieves de antaño. Porqué siempre ha habido un antes de ahora que era mejor...
Y hoy estaba leyendo un artículo de los años 20 del pasado siglo, del cocinero Ignasi Domènech (que ya he citado en otras ocasiones), autor de libros de cocina que eran la guía de mi tía Teresina y que eran el mejor compendio de la cocina burguesa catalana, una de las cimas de la Cristiandad (que no era lo que ahora se hace pasar como cocina típica catalana y que es una mezcla con cocina del campo, de los payeses, pero también adulterada por el paso del tiempo).
De dicho artículo extraigo un párrafo sobre el capón rostido, que dice: "Sobre estos rostidos, que tanta aceptación tienen en las ciudades, no así en el campo donde, quizás porqué saben lo que cuestan de criar, por las Pascuas prefieren el cordero".
Y es cierto que el pollo o el capón (muy caro) eran manjares de Navidad o fiestas importantes y de guardar: tradición que se fué al carajo con la aparición de los pollos de granja criados industrialmente y que ahora son de las cosas del comer más baratas e insulsas.
¡Ay si Ignasi Domènech levantara la cabeza!
Coronel Von Rohaut
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