Que Dios me perdone pero yo estoy dispuesto a jurar que no hay, en toda la Cristiandad, nada que se pueda comparar ni mucho menos mejorar, en facilidad de ejecución, economía de adquisición y excelencia de virtudes organolépticas, a un buen par de huevos fritos con patatas.
Mejor si las patatas son del "bufet", la sal de Eivissa, los huevos rubios y de corral y el aceite de Les Garrigues y puro virgen de oliva (*).
Coronel Von Rohaut
(*) Que debe ser de las pocas cosas vírgenes que todavía se pueden encontrar (¡pagando, eh!), junto con la "lana pura de oveja virgen". Pues lo de mujeres vírgenes mas bien parece cosa del pasado y ya Napoleón Bonaparte, que quería un coro de mil vírgenes para la ceremonia de su coronación y, al decirle que no era posible, exclamó, furioso (según la leyenda) ¿Pero es que ya no quedan ni mil vírgenes en toda Francia?
Pues será que no: todas folladas.
Un bon tall de cansalada entre els ous i les patates no fa cap nosa.
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