Ayer estuve viendo la ceremonia del encierro, en la Capilla Sixtina vaticana, de los cardenales que van a proceder a la elección de un nuevo Papa.
Ceremonial que me encanta como casi todo lo de una Organización milenaria y de funcionamiento reglado y casi perfecto como es la Iglesia Católica a la que yo, siempre y desde mi óptica profunda y reflexionadamente atea, admiro por su aportación, a lo largo de toda la historia, a la formación y encuadramiento de nuestra idiosincrasia occidental. Si bien como aportación moral heredada de la moral judeo-cristiana, prefiero la "reforma" luterana y calvinista, al desmadre católico.
Pero no me importa la parafernalia y boato vaticanos, ya que se trata de un ritual y que es lo de menos, si bien entiendo que ya quedó muy sobrepasado y obsoleto hace años.
Ahora bien, la Iglesia Católica y a través de los teólogos de la "teología de la liberación", básicamente formulada al calor de las salvajadas y desigualdades humanas y materiales que se daban (y se siguen dando) en Centro y Sudamérica, tuvo la oportunidad de "aggionarse", de renovarse, modernizarse y ponerse al día pero, por culpa de cúpulas eclesiásticas ancladas en el pasado y la acomodación, dicha renovación fue abortada, decapitada y echada al fondo de un cajón, ya antes que sicarios de la ultraderecha conservadora (*) y latifundista latinoamericana (reflejo de toda la ultraderecha económica mundial), asesinaran al obispo Romero y a los seis jesuitas de la Universidad de El Salvador.
Desde entonces, si la Iglesia, como pensamiento filosófico actual ya me importaba poco, actualmente no me interesa en absoluto.
Pero sigo recordando y admirando al sacerdote jesuita Ignacio Ellacuría, uno de los asesinados y una de las personas que he conocido (la ví en presentaciones y en entrevistas de televisión), más inteligentes y de mayor nivel intelectual que jamás yo haya visto. Un ser excepcional y que la Iglesia Oficial y las buenas gentes deberían honrar su memoria como se mereció y no se hizo en vida.
Coronel Von Rohaut
(*) Conservadora de sus intereses espúrios, sus saqueos y privilegios.
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