Estos días pasados el CEMA, el almirante Edouard Guillaud, ha dado cuenta frente a la Asamblea Nacional de los resultados de la Intervención francesa en el Mali.
Entre muchos temas en los que no entraré, solo citaré algunas curiosidades. Por ejemplo, que aparte los 6 militares muertos en combate, hubieron más de 200 heridos de los cuales, 150, víctimas de un golpe de calor. En los combates del macizo de los Ifogahs, con 45º y cargados con un peso de 30 kilos, cada soldado necesitaba 10 litros de agua por día, lo que representó transportar 20 toneladas de agua diarias. La logística francesa funcionó perfectamente.
Francia tomo riesgos: no se habían largado bulldozers en paracaídas desde Dien Bien Phu en el 1954, ni realizado un asalto aéreo, en paracaídas y como el de Tombouctou, desde Kolwezi (Congo) en 1978. Y todo salió bien.
El almirante se mostró muy satisfecho de la inmediatez de reacción de las fuerzas armadas francesas y de los resultados brillantes obtenidos por sus tropas, pero se lamentó de las discapacidades en información militar, con solo sus dos pobres "Harfang", por lo que hubo que recurrir a la ayuda americana con sus drones. Y se notó la falta perenne de helicópteros pesados de transporte.
Todavía hoy tres aviones diarios de reabastecimiento en vuelo de los USA colaboran con la aviación francesa en el Mali, que anda escasa de tales aparatos, indispensables para operaciones de larga distancia. Y también es pobre la aviación francesa de transporte táctico y estratégico y aquí también la ayuda "sine die" ni limitaciones de uso, de británicos, daneses y belgas fue importante; aviadores daneses y belgas incluso transportaron tropas francesas directamente a zonas de combate.
Y es lamentable la falta de reacción de la Unión Europea como un conjunto, ya que las ayudas aliadas lo fueron en el plano bilateral.
Coronel Von Rohaut
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